sábado, 24 de noviembre de 2007

Increíble


Llevo dos días dándole vueltas a este post, y es que no sé cómo afrontarlo. Resulta que unos psicólogos de Estados Unidos han calificado a Barrio Sésamo como no apto para niños. Han buscado las vueltas para convertir a los personajes de nuestra más tierna infancia en borrachos, pederastas y pervertidos de todo tipo. Tenía pensado hacer una cosilla para quitar hierro al asunto, pero quiero ponerme serio otra vez más para decir que hay que ser muy retorcido y malpensado para tratar a la inocencia en esencia como lo que han hecho. A Caponata la tratan de drogadicta, por tener un amigo imaginario (que me digan a mí qué niño no lo ha tenido), A Epi y Blas los ponen de homosexuales(qué más da si lo son), y a Triqui, el Monstruo de las Galletas le cambian la dieta por la obesidad galopante estadounidense... Demasiada moralina la qué recorre Estados Unidos, que trata de idiotizar a los niños del mundo, de nimiedades, y no de las cosas importantes como hacer un mundo más justo y más solidario, alejado de violencias y guerras.

Totalmente inédito: Una muerte sin importancia

Las noches de verano son bonitas, sobre todo cuando son iluminadas por la luna llena, y el calor del sol nos da una tregua cuando se oculta. Pero aquella noche no fue bonita, ni especial, más bien fue triste, pues en el silencio y el susurrar de los vecinos que compartían charlas sentados en la puerta, un frenazo seguido de un grito agónico me hizo girar la cabeza para ver un dantesco espectáculo que me lo mostraba allí, tirado en la calzada, sin que ninguno de nosotros hiciese nada, al ver cómo se le iba escapando la vida de forma lenta y agónica, a la vez que él se aferraba a la vida, y trataba de luchar por sobrevivir al atropello. Pero nadie se acercaba a él y sacarlo de la calzada. La impresión de aquello que pasó era nueva para mí, y me dejó paralizado, sin saber reaccionar, sintiendo su dolor y mirando cómo se retorcía de forma agónica, hasta quedar totalmente parado, con su cuerpo bañado en sangre. Había muerto y todos éramos culpables de haberlo dejado allí, sin hacer nada por él, hasta que llegó ella, una niña de unos ocho años, que llorando, sintió pena, aunque no lo retiró porque su madre le ordenó que no lo hiciese. Yo era testigo de la crueldad humana, pues se trataba de un perro que había muerto atropellado. Un simple, vulgar y asqueroso perro, aunque para mí fue más. Fue un ser vivo al que no prestamos ayuda, y que estaba allí, sufriendo la vergüenza de la muerte, sin que pudiese hacer nada por evitarlo. Ese perro se merecía, ya que había muerto, ser retirado de la carretera, pero no era así en aquellos momentos, ya que era un ser inferior a la especie humana. Ese orgullo nuestro de creernos superiores a las demás especies porque nos autodenominamos racionales nos hace ser estúpidos, insensibles, y egoístas. Es cierto que hablamos de vivir con dignidad, pero también deberíamos hablar de morir con dignidad, algo que aquel can no tuvo oportunidad, pues a nadie le importó verlo tirado. A nadie, salvo a mí, a pesar de faltarme el valor y las agallas para reaccionar en ese momento. Recuerdo que una hora más tarde un reguero de arena recordaba la muerte, y años más tarde sigo viendo y escuchando a aquel pobre animal muerto, al cual no olvidaré nunca.

Libertad de aplaudir


Esto es una reedición de lo que publiqué en su momento:
Nada más abrir el messenger, una amiga me da la noticia del secuestro del semanario satírico El Jueves, lo que me indigna, a nivel personal, pues se trata de un atentado contra la libertad de expresión, algo intolerable en una democracia muy consolidada, como la nuestra. No voy a entrar en quíenes salen en la portada, pues eso es algo que ahora no importa, ya que lo grave es que se presta atención a una caricatura, que no deja de ser más que eso, una caricatura, y se permite que se difame de forma masiva en esos mal llamados programas del corazón o crónica social, donde la información es lo qué menos importa, en pos de una audiencia educada en la desinformación... Parece que en el momento en el que se dice algo un poco más allá de lo políticamente correcto, se hieren sensibilidades y es necesario evitar que se difundan las cosas, para quede este modo la gente no pueda pensar por sí mismos... Esto es más grave que censurar antes de que salgan las cosas. Se trata de un atentado a la libertad de expresión, recogida en la Constitución Española, en su artículo en su artículo número 20. Como muestra de mi solidaridad con la revista El Jueves, creo un post para reproducir el texto colgado en su web.

Encuentro del Cómic y la Ilustración de Sevilla

Carlos Pacheco, dibujante que triunfa en Estados Unidos

Guillermo, autor de la polémica portada de El Jueves



Me he escapado hoy a la charla que ha dado Guillermo, el autor de la polémica portada de El Jueves, secuestrada este verano, y de la cual hablé en mi otro blog, pero que volveré a reproducir en el siguiente post. La verdad es que ha sido bastante interesante escuchar, de primera mano la opinión del autor, y todo lo qué ha rodeado a la censura y posterior secuestro del semanario satírico. Tener a un autor de esa categoría es algo que no se olvida fácilmente, pues se aprende mucho de los grandes.
También he coincidido con Carlos Pacheco, con el cual me unía una amistad antaño, y a quién no veía desde hace doce años. Mañana volveré a verle tranquilamente, para presentarle a un amigo común, y a sus hijos. Ha sido una tarde llena de reencuentros, emociones, recuerdos... Quiero compartir varias fotos que he hecho, y también en las que he posado...
A su vez, quisiera destacar la falta de información sobre las firmas de autores en los folletos impresos, lo cual hace que este encuentro, que empieza a ser veterano, pierda muchísimos puntos con a nivel organizativo. Ojalá el año que viene se superen, y puedan brindarnos más información sobre los actos organizados.

jueves, 22 de noviembre de 2007

Botón de ancla

Hace muchísimos años que tengo un recuerdo de la infancia muy latente, pero no conseguí ubicarlo hasta hoy, que me he despertado con el fallecimiento del gran Fernando Fernan Gómez. Para mí siempre fue un personaje entrañable, lleno de carisma y presencia. Disfrutaba con sus interpretaciones y sus películas, aunque nunca de su literatura, por desconocimiento. A mi mente vienen muchísimas de sus películas, pero la qué más insiste en salir es La lengua de las Mariposas, donde interpreta a aquel maestro republicano, en pleno estallido de la por mí siempre maldita Guerra Civil Española.
También recuerdo ese momento en el que perdía los nervios y mandaba a un reportero a paseo, con otras palabras menos educadas que yo evitaré usar. Fernando Fernan Gómez era así... Los que le conocieron hablan de su timidez. Para mí siempre será ese actor de vozarrón profunda y mirada tierna. Un pozo de sabiduría, un libro del cual aprender, y que hoy se ha cerrado para siempre.
Descanse en Paz, Fernando Fernan Gómez.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Trabajo

Muchas veces veo reportajes sobre el trabajo en las noticias, y no puedo evitar soltar una gran carcajada... Se refieren al empleo como la labor que se desempeña dentro de la oficina, olvidando que el resto de los mortales también nos ganamos la vida, sin conocer lo qué es estar recogido entre cuatro paredes, protegido de las inclemencias del tiempo...
La verdad es que existen infinidad de formas de ganarse la vida, sin tener que estar entre las cuatro paredes de una triste y gris oficina. Podemos hablar de empleo a pie de calle, atendiendo al público, en la construcción, conduciendo autobuses o camiones, o infinidad de trabajos, que no tienen qué estar ligados a una oficina, aunque sea el sueño de muchos de los que mileuristas que en España tratan de llegar a final de mes, haciendo malabares con el sueldo, tras pagar altas hipotecas y altos precios por cualquier producto de primera necesidad. Pero esto se merece otra entrada, que escribiré más adelante. Ahora quiero decir que no sólo trabaja la gente de oficina, puesto que es un sitio más donde poder acceder al sueldo, más o menos digno.

November Rain

Las lluvias regresaron, y con ellas el frío. Este otoño tan atípico se nos vuelve tradicional con fuertes lluvias, que despiertan el frío y las alertas. Me gustan estos días en los que me refugio en casa, con una taza de café, chocolate o cualquier otra bebida caliente, para inspirarme mientras escucho la lluvia golpear mi ventana, y observar cómo las gotas de agua rompen contra mi ventana, a la vez que echo de menos a la gente que quiero, tan lejos en la distancia, y tan cerca de mi corazón... Pienso también en mil ideas que pueden servir para un posible libro, un futuro relato o el post del día, ese que comparto día a día con todos y cada uno de vosotros y vosotras. El invierno se aproxima, y la Navidad empieza a mostrarnos su lado menos comercial, y más amable. Me gustan estos días grises, fríos, pues me hacen sentir cerca tantas cosas y a tantas personas... El frío del tiempo se vuelve caluroso con los recuerdos y las miles de capas de ropa... El otoño es así... Me encanta sentir nostalgia de la gente que me importa, pues en mi corazón siempre están presentes. A veces me pongo un poco más tierno. Permitidme que en esta ocasión lo haga.

lunes, 19 de noviembre de 2007

Blade Runner en cine


Desde que vi por primera vez Blade Runner, había soñado con poder disfrutarla en la pantalla grande, pues estaba seguro que ganaría en el cine. Ya así fue. La cosa surgió tras el almuerzo con un amigo, que habíamos decidido sentarnos a ver una película. Vimos la cartelera, y al comprobar que no había nada interesante, nuestra vista se puso en el cartel del cine Avenida, que la proyectaba. En este mundo hay muchas cosas que merece la pena esperar, y la adaptación que hizo Ridley Scott sobre el libro ¿Sueñan los androides con ovejas mecánicas?, de Philip K. Dick es una de ellas. Resulta difícil descubrir qué se siente viendo esos decorados futuristas, reflejados en ese ojo sometido al test Voimp Kampf, o ese monólogo final de Rutger Hauer, que tantas veces habré visionado, en VHS, y ahora en DVD, tanto doblada al castellano, como en su versión original... Es un sueño hecho realidad. Disfrutar Blade Runner en la gran pantalla es todo un espectáculo digno de ver, trascendiendo más allá de la película. A veces resulta extraña ver esta versión, pues la voz en off, eliminada por el director, se echa de menos, y nos plantea más la pregunta que yo hago siempre que hablo de esta película. ¿Quién es el bueno, y quién es el malo?