miércoles, 9 de febrero de 2011

Manifiesto

Hoy he decidido dejar de ser cómplice con el machismo y la falocracia.
Desde hoy en adelante me comprometo a los siguientes puntos:

1.- Dejar de soportar cualquier comentario que sea significativo de discriminación hacia la Mujer, y sugiera que es inferior a un hombre.

2.- No volver a reír chistes machistas, ni anécdotas que denigren a la Mujer, sea en privado, en público o en cualquier reunión.

3.- Reafirmar mi compromiso con todas las víctimas de la violencia de género, y seguir escribiendo, gritando o desgañitándome si es necesario.

4.- Luchar por una igualdad real entre hombres y mujeres, que no se limite sólo a las palabras del diccionario.

5.- Levantar mi voz, decir ¡basta! cuando se haga apología del maltrato aunque sea en tono jocoso. Que le levanten la mano a una mujer no tiene ninguna gracia.

6.- Tratar de concienciar a la sociedad, a la gente y no sólo a las personas, que somos seres complementarios, no rivales, adversarios o enemigos.

7.- Posicionarme en contra de quienes compran el Amor a base de talonario, y las mujeres que lo aceptan. No hay dinero que sea capaz de comprar el Amor.

8.- Hacer ver que, al igual que hay hombres machistas, también existen mujeres machistas, que hacen que los logros se queden en papel mojado y sean olvidados inmediatamente.

9.- Me comprometo a ser hombre y no macho, a rechazar el macho ibérico, esa subespecie detestable, deleznable y odiosa.

10.- Me comprometo a cumplir los puntos anteriores y difundirlos.

Harto de tanto machismo, falocracia o vaginocracia, redacto este manifiesto, que habla desde lo más profundo de mi corazón o alma. No estoy dispuesto a tolerar más muertes, más discriminación, más falta de consciencia.

Gente de barrio

Al ver los programas de televisión en los cuales se habla de la gente de barrio,se muestra un arquetipo totalmente equivocado, pues la visión que se da es la de personas sin educación, respeto o vergüenza, que sólo entiende la comunicación si grita o eleva el tono de voz, si habla a base de lenguaje malsonante y actitudes que dejan mucho que desear. Confunden velocidad con tocino, ya que ser ordinario no es sinónimo de ser de barrio. En un barrio trabajador hay muchos tipos de personas que día a día luchan por salir adelante, con vidas más interesantes que cualquiera de las que salen en esas emisiones, incapaces de saber comportarse o saber estar. Con este tipo de programas, no sólo engañan y muestran una visión alejada de la realidad, sino que adoctrinan a la sociedad, lo cual les importa poco o absolutamente nada, pues sólo adoran a la audiencia y el dinero que les pueda dejar la misma cuando miren los índices de audiencia.