viernes, 18 de septiembre de 2009

Seis euros la hora

Me entero en Antena 3 que un pueblo de Huelva paga a 6 euros la hora a aquellos y aquellas que decidan ir a trabajar allí en las faenas del campo. Un hecho insólito que hizo que se saturase la centralita con gente con ganas de trabajar, que choca frontalmente con otras opiniones, que rechazaban dicho salario, sugiriendo dónde se podrían meter dicho dinero, o que hiciesen los jefes el trabajo, que era una miseria. Sinceramente, no sé por qué dicen que seis euros por hora es poco, cuando un vigilante de seguridad cobra tres veces menos, nada que ver con los nueve euros que Dan Brown en El Código da Vinci o la mitad en el sector de la atención telefónica. Parece que estas gentes, cegados por la especulación inmobiliaria quieren recuperar sus sueldos astronómicos, sin darse cuenta que eso no se volverá a dar. Cierto que no es una cantidad alta, pero supone unos ingresos de 1152 euros al mes trabajando de lunes a sábado, ocho horas al día, y es una cifra nada baja en comparación con el salario mínimo, situado entorno a los 600. Incluso dejando los fines de semana, se supera el mileurismo. El otro día preguntaba a unos repartidores de publicidad, y percibían 2,5o euros la hora. ¿Acaso eso no es una miseria? Pero aceptaban porque estoy seguro que tendrían necesidades que cubrir y preferían eso a estar sin hacer nada, mermando su autoestima. En estos momentos, se debe aceptar el trabajo que nos ofrezcan, pues no está el horno para bollos, y si alguien decide que ese es el sueldo, me parece una muy buena oferta. Vuelvo a repetir que los tiempos en los cuales alguien sin preparación alguna cobraba más que un licenciado han terminado. No es justo ver a ingenieros haciendo cualquier cosa que nada tiene que ver con su carrera, por 900 al mes, mientras un simple peón que no sabe otra cosa que poner ladrillos puede rozar el millón de las antiguas pesetas por cuatro días y medio de trabajo.

Animaladas

Algunas tradiciones son unas salvajadas, sobre todo si se maltratan animales y se les tortura hasta darles muerte.Afortunadamente, cada vez van siendo menos los sitios donde se mantienen dichas celebraciones. El enfrentamiento entre vecinos y defensores de los animales siempre resulta irreconciliable. No obstante, me gustaría llamar la atención sobre estos últimos, puesto que a veces el excesivo celo que guardan hacia estos pobres seres indefensos choca frontalmente con actitudes que dejan mucho que desear. No hace mucho veía a una persona militante de no recuerdo(o no quiero recordar) qué organización, de esos de chapa, grito y actitud cómo abandonaba a su mascota. No es que la dejase en una gasolinera. Sencillamente, pasaba de su pobre perro, que lloraba desconsolado pidiendo una mínima muestra de afecto. Cuando le informé de la actitud del can, su respuesta fue: Que llore... A mí qué más me da. Como mi intención no es educar ni enseñar a nadie, tan sólo me acerqué y le dí un poco de cariño que necesitaba el perro. No lo entiendo. No sé por qué se trata de defender la abolición de una tradición cruel, y después se pasa del compañero fiel que se compra porque es un capricho. La defensa y el trato justo y ético deben ser divisas para todos y cada uno de los animales, no para los de lejos, que reemplaza la lealtad del que vive en casa. Es curioso. Tanta defensa, tanto grito de crueldad por unos estocazos, y nadie critica los estocazos y maltratos psicológicos de nuestras mascotas... No lo entiendo.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Movimiento de objeción de conciencia


Ayer tenía pensado hablar de un época que, si no se aleja en el tiempo, hoy parece que sea tan lejana como la Primera República. Quería acordarme de la Objeción de Conciencia, y de aquellas personas que no querían ir a la mili, el servicio militar obligatorio. Gentes que declaraban su pacifismo y a veces eran encarcelados por su insumisión al sistema, que los obligaba a realizar una prestación social sustitutoria si se negaban a vestir de uniforme militar y/o coger un arma. Conocí a muchos objetores, que se resignaban a cumplir con el Estado para eludir la prisión, perdiendo el tiempo con tareas insulsas administrativas, pero nunca conocí personalmente a ningún insumiso, y me hubiese gustado. Me hubiese gustado haberle preguntado muchísimas cosas, sus ideas, por su defensa de la Paz a costa de su libertad. Hoy, años después de la desaparición del servicio militar obligatorio, la objeción de conciencia y la insumisión quedan en el recuerdo de quiénes creímos y aún consideramos que la guerra y una militarización forzosa era y sigue siendo un error. Pero sólo son recuerdos, y de aquellos que objetaron y lograron que la mili desapareciera, nadie se acuerda. Nadie recuerda esa lucha. Pena que sólo se entienda la lucha cuando hay uniformes, armas y muertos, sin importar si son inocentes, civiles o militares. Eso sí, todavía exijo que los presupuestos militares sean para birras en los bares.

martes, 15 de septiembre de 2009

Patrick Swayze


Hay personas que se cuelan en tu vida, sin hacer ruido, sin apenas darte cuenta, como esa lluvia fina que te cala hasta los huesos, el calabobos que te inunda sin darte cuenta. Así era Patrick Swayze, un actor que llegaba al corazón, que conquistaba al público y que, como tantos, no necesitó ningún premio que avalase una impecable trayectoria, con películas de una calidad indiscutible como Ghost o Dirty Dancing, que tanto significan para mí, personalmente. El cáncer, la puta enfermedad que no perdona y que devora irremediablemente a sus víctimas sin darles ningún tipo de tregua se cebó con su vida, sin conseguir que se amilanara ni echase atrás, trabajando hasta última hora. Rodó una serie de 13 capítulos, The Beast, asistiendo a los tratamientos de quimioterapia los fines de semana.
Tal como llegó se marchó, sin hacer ruido, pero dejando un hueco imposible de llenar. Atrás quedarán sus trabajos en Guerra y Paz, Le llamaban Bodhi o como he comentado antes, Dirty Dancing, que le catapultaría a la fama.
Descanse en Paz.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Cifras

Me ha dado por mirar entradas antiguas de aquí sin ningún tipo de nostalgia, con el único interés de saber qué tiempo exacto llevo como blogger de forma asidua, todos los días, como me recomendó un buen amigo años atrás. Encontré mi primer artículo sobre la violencia de género, y las víctimas a fecha de octubre. En aquella época, eran 65 las mujeres a manos de sus parejas o ex parejas. Una barbaridad, todo un escándalo que debería darnos vergüenza y hacernos reflexionar sobre el papel de la mujer en la sociedad, evitando hipocresías varias y actitudes de cara a la galería. La cosa ha cambiado,y a fecha de hoy, son 41 las mujeres asesinadas por esos machos que distan mucho de ser hombres. Aún así me siguen pareciendo demasiadas. Una sola me parece que es demasiado. No sé si hay más conciencia, si existe una nueva forma de entender y comprender el amor y las relaciones, pero veo positivo que en tres años el número de mujeres muertas por quienes las consideraban una propiedad más a la que desechar si se cansaban de ella, o no respondía como ellos querían. Es un paso. Espero que dentro de muy poco no haya ninguna mujer asesinada por aquellos que presuntamente la amaban.

G. I.Joe



Una de las cosas que más gracia me hace es ver cómo la crítica entendida tacha según qué películas de muy malas u olvidables, sin pararse a pensar que no se puede esperar más de ellas. Es el caso de G. I. Joe. Es una cinta de acción, con el único objetivo de entretener. No hay mas, pues se trata de cine de palomitas, en el cual no hay que buscar profundos argumentos, lecciones morales o complejas tramas que dejan al espectador sentado en el sillón, preguntándose qué diablos ha ido a ver. La única función de este trabajo inspirado en los muñecos de Hasbro es adaptar nuestros juegos de niños a la gran pantalla, con mayor o menor acierto, pues eso corresponde a cada cual y su criterio. El mío personal es que lo lograron. Consiguieron hacer que disfrutase de la película y que se me pasasen volando las dos horas que dura, algo que otros trabajos de acción no han logrado. Una muy entretenida cinta para ver y disfrutar, sin esperar ni pedir nada más a cambio. No tiene más. No pretende nada más.