sábado, 5 de marzo de 2011

Tempus Fugit

El tiempo se escapa, y con él, irremediablemente, la vida. Los días pasan iguales, idénticos a la copia del anterior, en una pesada rutina que conduce a un hastío que hace plantear si merece la pena vivir así. Porque vivir no es echar la vida atrás y pasar un día más, acumulando vivencias y no experiencia o aprendiendo de la misma.
Ser prisionero de una rutina asfixiante no es la idea que tengo de estar vivo y sí la de ser un superviviente que mira el reloj el lunes, y cuando vuelve a posar los ojos sobre el mismo ya es viernes. ¿Dónde está el tiempo? ¿Dónde queda la vida? ¡Me rebelo! ¡ Me sublevo! No quiero, no deseo seguir en este agujero, bujío inmundo de frustraciones que poco a poco me apaga, asesina mi talento y me convierte en masa sucia, en gente conformista que no aspira a nada. El tiempo se va, y la vida con él. No quiero perder ningún tren sentado en un andén de existencia vacía, hueca y sin sentido.

Los buenos nunca ganan

Acabo de leer la Patente de Corso de Arturo Pérez Reverte de esta semana, y si bien he de decir, no le falta la razón. Es más, diría yo que le sobra toda. Que este mundo se desmorona, hunde y va a a pique es tan evidente como que la muerte nos llega tarde o temprano o que los buenos han perdido toda batalla, siendo la victoria una utopía irrealizable. Los malos nunca pierden y eso se ve cuando nos hacen hablar el lenguaje que los políticos nos imponen y lo aceptamos sumisamente de forma aborregada. Al conformarnos con una mierda de trabajo que no da posibilidades de prosperar y tanto la misma mierda de sueldo que corresponde a dicho empleo, o situación de esclavitud, los buenos vuelven a perder. Cuando la pasividad se instaura en la sociedad y nadie se rebela, grita o hace algo, los buenos no vuelven a ganar. Como de costumbre, vuelvo a olvidar quién dijo que el triunfo del mal se daría cuando los hombres buenos dejasen de actuar. Y así ha sido. Es hora de entregar las armas. Los malos han ganado.

miércoles, 2 de marzo de 2011

A propósito de Sinde

Me cuenta una gran amiga mientras comemos que la Policía Local no puede hacer nada contra un individuo que está haciendo fotos de su hija sin su permiso si no había fines delictivos, y sí le pueden requisar a ella una imagen de cualquier cantante de turno si se para a fotografiar, por ejemplo, un escaparate. A pesar de no tener nada que ver una cosa con otra, ambas están relacionadas con la Ley de Economía Sostenible, una ida de pelota, olla, cabeza o vete tú a saber de la ministra González-Sinde, que no ve delito en la obtención de fotos de niños sin permiso de los padres y sí en el hecho de compartir cultura audiovisual en Internet. No soy hombre de leyes, ni entiendo de las mismas, pero sí me considero un hombre justo y de Justicia, por lo cual reconozco una injusticia en cuanto la veo, y es lo que le sucedió a mi amiga, incomprensible e inconcebible para cualquier persona de a pie. ¿A dónde vamos a parar si la ley no nos ampara en las cosas más básicas y esenciales? ¿Por qué es más importante el Derecho de Autor que el derecho a la propia intimidad y la de los nuestros? Que alguien me lo explique porque no lo entiendo.

Retomando costumbres

Hace una temporada que apenas publico nada en el blog, aunque día a día preparo lo que deseo decir, a causa de problemas personales de los cuales no deseo hablar. A partir de mañana retomaremos el pulso a la actualidad, con artículos serios, rigurosos y personales.