jueves, 7 de octubre de 2010

Éxito

El éxito suele ser la recompensa del esfuerzo y el trabajo, por mucho que se empeñen en hacernos creer las televisiones, medios de comunicación y ejecutivos de multinacionales cuando lanzan al estrellato a cualquier persona o producto. Cuando alguien triunfa en la vida, y no es necesario el reconocimiento de la fama, suele lograr los objetivos por los que ha luchado durante muchísimo tiempo. Años o una vida incluso. Por eso me suelo alegrar que sea así, y no practico ese deporte nacional llamado envidia. Me gusta ver progresar a la gente que quiero, me importa y aprecio, porque conozco y sé lo duro que ha sido el camino para saborear esas mieles del éxito, que bien define el sabio refranero español. Aún así, en más de una ocasión he escuchado ese anda coño despectivo, que tira por tierra todo el esfuerzo realizado, que tan dañino, destructivo y cruel resulta. Normalmente, quienes escupen esta negatividad suelen ser gentes vacías, insulsas y sin aspiraciones, con el único interés de robar la ilusión y energía como si fuesen vampiros psicológicos, o emocionales, las cuales hay que evitar para que sean incapaces de ensombrecer la felicidad que da la meta alcanzada en forma de triunfo, o éxito, pues llegar a donde se ha hecho no ha sido un camino de rosas, por mucho que nos hagan creer que es así.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Idiomas, ¿pa'que?

De tantas cosas que reclaman mi atención sobre la sociedad española en general, la de la gente y no las personas, es la negativa a aprender idiomas. Con la manida, repetida y barata excusa de quién venga aquí, que aprenda nuestra lengua, poca gente está dispuesta a tomarse la molestia de saber otra cosa que no sea el español, porque también argumentan que si no saben hablarlo, cómo van a conocer el extranjero. Yo pienso que no es sólo romper la barrera idiomática, sino la cultural, ya que no es nada fácil aceptar las costumbres de otros pueblos sin temer que las propias se pueden perder. Ese egocentrismo nacionalista que dista del patriotismo y se acerca a la xenofobia y a los regímenes pretéritos de supremacías varias absurdas, convierte a España y a sus pueblos, sea del índole que sean, en un país atrasado, carente o exento de cultura, cerrado a la infinidad de posibilidades de desarrollo, mas allá de lo económico, incapaz de abrir la mente al exterior y sus influencias. Y es una verdadera lástima, porque hay grandes pensadores, filósofos, intelectuales, personas inteligente, gente de a pie y un larguísimo etcétera con ganas de desterrar, de una vez por todas los típicos tópicos de la flamenca encima del televisor, la pandereta y la jarana. Y eso sólo se logra abriendo la mente, sin renunciar a nuestra identidad.

lunes, 4 de octubre de 2010

Seguiré bloggeando

Han transcurrido varios años desde que comencé este cuaderno de bitácora, en el cual plasmo a diario mis pensamientos, opiniones y reflexiones sobre los más diversos asuntos. En este tiempo, al igual que yo, el blog ha ido evolucionando, pasando de ser cualquier cosa menos un blog personal a un sitio que sí lo es, aunque los concursos me obliguen a catalogarlo como de actualidad. Desde que empecé a escribir, hace ya más de tres décadas, siempre he tenido muy claro que no dejaré de hacerlo, y que siempre tendré algo que decir. Puede que me equivoque, puede que no, quizá acierte, o tal vez no lleve razón. Es probable que quizá tarde en publicar, pero jamás silenciaré mi voz, por mucho que le pese a los trolls, manipuladores o vampiros emocionales. Aquí seguiré, al pie del cañón, en primera línea, porque el deber de un escritor es escribir, y yo lo soy, aunque no viva de ello. Desde siempre lo he sabido y he tenido claro. Aquí seguiré, día tras día, ofreciendo mis meditaciones, en este Cuaderno de Bitácora virtual, para ofrecerte, querido lector, querida lectora, esa columna donde te muestro alguna curiosidad, me sorprendo de algo o descubro lo que no sé ni conozco, que no es poco. Y por eso, una vez más debo agradecerte que sigas ahí, día a día, nutriendo mi ilusión por un proyecto tan vivo como mis ganas por hacerlo crecer.