sábado, 2 de agosto de 2008

La estatua

Las campanas de la iglesia tocaban lentamente, en un triste tañido que anunciaba la muerte de alguien, en el pueblo donde ella dio sus primeros pasos. Habían pasado más de treinta años desde su partida a la capital con toda su familia. El tiempo los había cambiado, algo totalmente habitual y natural en las personas. Sin embargo, al regresar allí, parecía que el transcurrir de la vida se ralentizaba hasta quedarse parado en épocas pasadas.
Aquella era una nubosa y gris tarde de otoño, triste y melancólica porque despedía al abuelo Arturo, fallecido una vez hubo superado los cien años. Aquellos oscuros nubarrones amenazaban con descargar una gran cantidad de lluvia, todo el agua que portaban, pues el cielo lloraría por la pérdida de aquel gran hombre, al que todos querían y admiraban.
El interior de la Iglesia de Santa Nuria era oscuro, como aquellas construcciones románicas del alto medievo, aunque su planta era gótica, con los muros elevados al cielo y ausencia de vidrieras, salvo un rosetón por el cual se colaba la luz natural que iluminaba el féretro. Las palabras del sacerdote retumbaban en el interior, escuchadas en un sepulcral silencio y unos llantos contenidos que nadie osaba expresar en aquel aterrador lugar, cuya única iluminación artificial era la luz de las velas y cirios. Las puertas se abrieron para dejar salir el cortejo fúnebre, recibido por unas tímidas gotas de agua a las que la gente llamó lágrimas del cielo, que también quería despedir al abuelo Arturo. Detrás de la iglesia se conservaba el cementerio, una vasta llanura rodeada por las piedras de la muralla, extrañamente intactas desde que fue terminada. Lentos eran los pasos que llevaban al abuelo Arturo a su sepultura en la tierra.
Allí estaba ella, abrazada a Antonio, su pareja, con unas gafas de sol que la convertían en una inexpresiva esfinge, cuya mirada se perdía más allá del ataúd de su abuelo, que se iba perdiendo en el interior de la tierra, oculto entre tanta arena y barro. Siempre que visitaba el cementerio solía recorrer las lápidas, para recordar a sus seres queridos o para conocer la historia del pueblo. Desde su llegada los murmullos eran una tónica habitual que la acompañaban allá donde ella fuese, no osando nadie a hablarle ni a contarle cuáles eran los motivos de aquellos murmullos, que ni siquiera su madre era capaz de conocer. Aquel cementerio estaba cargado de innumerables estatuas y monumentos funerarios, que ella conocía de la tradición y sus recuerdos de la infancia. pero había uno que la dejó paralizada. Era una pareja que se abrazaba. Un escalofrío empezó a recorrerla a la vez que se iba aproximando. Era incapaz de saber quién era el hombre, pero la figura femenina le resultaba familiar. Aquellos rasgos, aquellas expresiones... Las manos le temblaban. Con un aterrador miedo tocó la cara de aquella estatua, mientras que con la otra pasaba los dedos por su faz. No podía ser. Era imposible. Paralizada por un terror que ninguna palabra podría llegar a describir, perdió las fuerzas y cayó de rodillas, incapaz de apartar la vista de aquel monumento funerario que le hacía preguntarse una y otra vez quién era esa mujer que tanto se le parecía. La voz de su abuelo le desvelaba el misterio, pero ya era demasiado tarde para saberlo...

A Rakel Winchester y su hermana, autora de la estatua que inspiró este relato.

viernes, 1 de agosto de 2008

Reclamando

No recuerdo la primera vez que reclamé lo que me correspondía por un mal servicio prestado. Desde entonces, siempre he exigido mis derechos como consumidor, y hasta ahora, las reclamaciones me han ayudado ver que los servicios prestados por las empresas reclamadas mejoraban. Casi siempre ha sido así, salvo en el tema de los autobuses, que opté por denunciar públicamente a través de estas líneas, pues mis quejas caían en saco roto, hasta hace poco, que empecé a reclamar a la entidad que controla todo el tema de transportes interurbanos de Andalucía. A través del teléfono obtuve respuesta y un par de recargas compensatorias por el mal servicio prestado y las molestias ocasionadas, lo cual es digno de agradecer y me hace pensar que reclamar y exigir los derechos que como cliente y usuario sirve de algo. Al menos he podido comprobar que mi lucha por la mejora de un transporte público en condiciones sirve de algo, aunque después los gerentes de la empresa usen las hojas de reclamaciones como pape higiénico, y permitan que uno de sus trabajadores amenace a un usuario durante 10 años, hecho debidamente reclamado y denunciado hasta la saciedad, y cumpla su amenaza una vez se haya jubilado.

Sentada en el tren

Durante los días que pasé disfrutando lo que pude de la playa, me desplacé hasta Málaga, para comprar un tebeo, el número 5 del coleccionable de Sin City, editado cuando la película. A la vuelta, venía, como de costumbre, ojeando y hojeando el recién adquirido hasta que una señora se sentó en un sillón ocupado, aunque en ese momento estaba reservado con maletas y bultos para evitar que nadie pudiese usar ese sillón, pues estaban charlando con personal de Renfe. Sin dudar un solo instante, la recién llegada al vagón aparó con una gran vehemencia un par de mochilas infantiles para ocupar el sillón, algo que indignó a todos aquellos que viajábamos en aquel vagón. Fueron varias personas las que recriminaron dicha actitud, que fue excusada con una enfermedad, nada creíble por la fuerza con la que quitó los objetos personales que ocupaban el sitio en el cual ella se sentó sin miramientos. Pese a su actitud, y ser regañada por primera persona que estaba sentada, no fue capaz de cambiar de sitio y opinión, ni tan siquiera de pedir disculpas. A ella tan sólo le importaba estar sentada a toda costa donde ella quería, no donde le correspondía. Esta falta de civismo y empatía se está volviendo demasiado habitual. Me pregunto dónde falla el ser humano, que a veces es más irracional que los otros animales, esos que llamamos irracionales.

miércoles, 30 de julio de 2008

Nuevas carreras académicas

Leía hoy en la prensa que en Estado Unidos o Reino Unido han empezado a proliferar las academias para formar a la gente que quiere asistir a realities, algo que roza lo esperpéntico, ya que es una forma de crear parásitos sociales que sólo quieren vivir a través del dinero fácil generado a través de las mentiras, hecho reconocido sin miramientos, y bajo mi opinión, sin vergüenza. Entiendo que la gente quiera lograr la fama a cualquier precio. Ayer hablábamos de de eso, pero de ahí a obtener un título para poder contar las miserias, inventadas o no, me parece denigrante y rocambolesco. Todo ello para transformarse en parásitos sociales muy bien pagados e intrusos de mil profesiones como el periodismo, la literatura o la música. Cada vez van quedando más olvidados los esfuerzos por conseguir algo, en pos del todo vale y los caminos fáciles, bien sea por una apariencia física inmejorable, envoltorio de una mente retorcida y un cerebro enfermo, o los méritos conseguidos a través de movimientos pélvicos, que a buen entendedor no es necesario explicar con lenguaje soez de qué se trata. Me apena ver a tanta gente luchar por conseguir un sueño en la vida, dejarse la piel y hasta la vida, en el sentido figurado y literal, y apenas lograr nada, y otras personas sin oficio ni beneficio conseguir todo.

martes, 29 de julio de 2008

Apariencias

Que al ser humano le gusta aparentar es algo que todo el mundo sabe, y nada nuevo. Demostrar a la galería que es superior a sus semejantes aunque sea sólo en apariencia es algo que llena el ego de aquellos y aquellas que desean mostrar una imagen que no les corresponde. Muchas veces veo a gente hacer deporte sólo por el hecho de enseñar un cuerpo bonito, pero únicamente como fachada, pues para lograr esos esculturales cuerpos se destrozan interiormente a base de sustancias de todo tipo. Me parece muy triste que se use el deporte para mejorar el físico únicamente, y sea la envoltura de un cerebro vacío o enfermo, pues debería servirnos para evitar enfermedades y hacernos sentir mejor, no sólo en apariencia. Hace años aprendí lo innecesario de demostrar nada, si realmente se tiene autoestima y conocimiento. Ese es el problema. La gente aparenta por inseguridades, por falta de valor hacia su propia persona. Me pregunto por qué se dedican miles de millones en asignaturas inútiles y no una manera de hacer que la sociedad se conozca y se valore, que sea capaz de amarse a sí misma y al resto, y no al revés. Espero que algún día alguien vea necesario el crecimiento interior, y no sólo el exterior.

lunes, 28 de julio de 2008

Amoralidades

Si hay algo que detesto es la doble moral que rige los comportamientos de los medios de comunicación, y muchas personas. El otro día multaban a un par de canales de televisión por mostrar imágenes pornográficas en horario infantil, pues argumentaban que era una franja que no se respetaba. Me parece una gran hipocresía seguir considerando amoral el cuerpo humano y su desnudez, y no la violencia explícita en todas sus manifestaciones. No entiendo cómo se puede considerar amoral que se muestren fotografías de desnudo artístico y se vea habitual que un canalla mate a su pareja o ex pareja. Como se me escapa al entendimiento mostrar los horrores de la guerra emitidos en directo, mientras nos sentamos a comer escuchando el hambre que hay en el tercer mundo, y que los poderosos se niegan a erradicar. Desgraciadamente, la sociedad está demasiado idiotizada por ese pan y circo que es repartido para distraer la atención de lo verdaderamente importante. En vez de criticar que se muestre la hermosura del cuerpo humano desnudo, luchemos por hacer un mundo menos violento y más justo.

domingo, 27 de julio de 2008

De vuelta

Tras unos días ausente, regresamos a los quehaceres diarios y la rutina habitual. Durante esta necesaria pausa he podido retomar algo de energía, para afrontar lo qué se avecina, y seguir con mi sueño de escribir y publicar. A partir de mañana volveremos a seguir analizando la actualidad y las curiosidades de este mundo tan enfermo de los nervios, como diría un amigo en una de sus canciones. Han pasado varias cosas que son dignas de análisis y opinión, así que mañana retomaremos la continuidad. Gracias por vuestro apoyo.