lunes, 24 de octubre de 2011

La tregua de la ETA

Tras una semana exacta concentrado en la maquetación de mi primera novela, retomo el pulso a la actualidad, tras estos siete días de intensa actualidad informativa. Abrimos con esa pantomima que no me trago que es el alto el fuego decretado por la ETA. Aunque por una parte me alegro, no puedo dejar de pensar que se ha hecho tarde y mal, porque demasiada gente ha muerto a manos de unos bastardos a los que sólo les importaba matar, no su tierra. Resulta cínico, vergonzoso y ruin hablar de proceso de paz, cuando ha sido una lucha desigual, de verdugos y víctimas indefensas, de una sociedad contraria al terror. Durante años he escrito cada vez que moría un inocente a manos de la ETA, asesinados por el simple hecho de pensar diferente, por el simple hecho de rechazar el totalitarismo de estos cobardes que no han tenido nunca los cojones de dar la cara, ni siquiera cuando dicen que decretan el alto el fuego permanente. Si de verdad quisieran que España se creyese sus miserables palabras dirían que entregan las armas y que se rinden, pedirían perdón por tantísimo derramamiento de sangre y sufrimiento ocasionado y anunciarían su disolución definitiva.Sólo entonces se podría hablar de fin de la violencia. Mientras tanto, y a pesar de alegrarme de esta decisión, no me creo una sola palabra.