lunes, 13 de febrero de 2012

Carta abierta a Mariló Ortega Moral

Vuelvo a sentarme de nuevo delante del ordenador para escribir desde la indignación personal y la tristeza de la decepción. Parece que el respeto en política se está perdiendo y la Democracia está siendo mancillada por energúmenos que confunden libertad con libertinaje y velocidad con tocino. Energúmenos que se escudan en el anonimato para difamar a quienes no piensen como ellos y que no dudarían en pegar dos tiros y arrojar los cadáveres de quienes no piensan como ellos a la cuneta más cercana. Cuando el otro día recogí del suelo un panfleto injurioso contra tí, Mariló, me hervió la sangre y me pregunté por el nivel de cinismo y crueldad de los adversarios políticos. No era capaz de entender por qué no se respeta la discrepancia y se actúa con esa cobardía que recuerda a regímenes totalitarios que escupen y se cagan sobre las bases de la Democracia, que entre otras son el respeto a la pluraridad políticas y de ideas. A veces me da vergüenza que esta izquierda sea tan intransigente e intolerante contra quienes discrepan y no comulgan con su forma de actuar, pues siempre me he sentido cercano a la misma, aunque esta no representa los ideales en los que creo. No entiendo cómo se puede descalificar a una persona por el simple hecho de ser rival político. ¿Dónde quedan esos debates inteligentes y ese respeto al adversario político? ¿Acaso debemos rechazar a las personas por sus ideas? Yo creo que no, pues es algo secundario. Se habla mucho de los tintes dictatoriales del Partido Popular, pero estoy comprobando que mientras otras formaciones imponen un criterio exento de Democracia y totalitario, los otros son ejemplo a seguir en respeto y tolerancia. Dejar pasar esta difamación sin expresar mi más profundo rechazo sería algo imperdonable en esta Democracia tan consolidada, ya que la pluralidad política es necesaria para la salud de la misma. Ya lo dijo Voltaire en su momento: No estoy a favor ni en contra de sus opiniones, pero daría mi vida por su derecho a expresarlas libremente. ¿Por qué es tan difícil recordar y cumplir ésto?