sábado, 13 de junio de 2009

Reflexiones personales

Permíteme, querido lector, querida lectora, que en esta ocasión me dirija a tí como individuo, y te tutee, que te mire a los ojos para contarte algo que me ha sucedido esta tarde cuando iba a tomar café con una amiga a la que hacía años que no veía. En mi camino hacia el lugar de la cita, me detuve a ver una persona que ofrecía partidas gratis de ajedrez, o a cambio de una aportación voluntaria para recaudar dinero para ir a ver a su madre, enferma de cáncer, esa putísima enfermedad que tanto detesto por el motivo que bien sabes, que te habré contado mil veces. Jugué una partida, regalándosela, dejándome ganar de forma descarada, y ofreciéndole una mano amiga, un hombro en quién llorar, apuntando mi número de teléfono en un papel. Era algo que debía hacer. Sinceramente, no sé si sabré más de esta chica, ni de su madre, pero no me importa, porque al menos la apoyé en el trago tan duro que está pasando. ¿Si hice lo correcto? Para mí, sí, y es lo que importa. No me importa la valoración de la galería, pues confío en esa mirada, y en esa mano que se agarraba a la mía.
Desde estas líneas quiero mandar públicamente toda la fuerza del mundo a esta chica, pues la necesitará en estos momentos tan duros y difíciles que tan bien conozco...

viernes, 12 de junio de 2009

Un tirón de orejas

Las dos principales fuerzas políticas se preguntan el por qué de la gran abstención en estas elecciones europeas, y la verdad que tiene una fácil solución este pregunta. La gente no ha ido a votar por la poca vergüenza, la poca ética, y los innumerables exabruptos que los candidatos y líderes del PSOE y del PP se han proferido. Nadie ha dicho qué va a hacer en Europa. Se han limitado a insultarse, a arrojarse los trastos a la cabeza, a olvidar a electores y electoras, faltándoles al respeto como nunca antes se había visto, desmotivando y desmoralizando a quién tenía intención de voto. De esta forma, conseguían, de manera sutil, robar el derecho al voto, algo que la Constitución recoge como esencial e importante. No estaría de más recordarles a estos lideres, a los candidatos, que el voto es algo que ha dejado demasiados muertos en el camino, que ha sido secuestrado por culpa de un dictador bajito y monórquido, y que esa actitud de invitación a la abstención no es más que una forma de actuar autoritaria, que recuerda a los tiempos pretéritos, donde no sólo moría gente luchando por el Sufragio Universal, sino por las Libertades. ¿O acaso no recuerdan que desde 1975 en España se vive en Democracia?

miércoles, 10 de junio de 2009

La crisis de las vanidades

El otro día me encontraba con un amigo empleado de banca, que no banquero, con el cual suelo analizar la situación sociopolítica, y al cual debo grandes y profundas reflexiones. Me explicó, con argumentos difíciles de rebatir, que no imposibles, que esta crisis era la crisis de las vanidades, de las fachadas y del aparentar. Si bien podemos hablar de la incompetencia de los Gobiernos en la gestión de esta crisis, sería injusto no explicar el por qué de esa definición de crisis de las vanidades. Durante demasiado tiempo se ha estado viviendo demasiado por encima de las posibilidades, tratando de tener más posesiones que el vecino de al lado o enfrente. Si se poseía un coche de gama alta, nosotros debíamos tener uno de lujo, o una edición limitada de 20 ejemplares, o si se tenía un chalé en la playa, había que poseer más de una finca, todo ello adquirido a través del endeudamiento bancario. Este hecho logró que la situación se volviese insostenible, y que al más mínimo movimiento extraño se fuese todo al carajo, para las clases medias, porque para los que manejan el cotarro no supone más que un momento de análisis y meditación ante los nuevos fondos de inversión. Suena descabellado y cruel, pero a la vista está la poca ética tenida al gastarse no sé cuantos miles de millones de euros en un cabezahueca que sólo sabe pegarle patadas a un balón, o la inmoralidad de la cúpula de Barceló. Para quiénes hablan de opinabilidades de crisis o ni se la plantean directamente, sus vanidades están tan a salvo como sus billetes y dineros. Pero para nosotros, para tí que nos lees a diario, no. Nuestras aparentes vanidades tan sólo pertenecen a los bancos, que exigen más dinero a los gobiernos, para repartir beneficios, y mientras tanto, lejos de apariencias y galerías, hay gente inocente que mira los platos vacíos porque no tienen ni para comer...

Redes sociales

Decía Rosendo Mercado en su canción que no había que pensar en la tristeza si no se veía sonreír, que era simplemente despiste, justificando unas maneras de vivir. Desde la proliferación de las redes sociales como el Facebook, el Tuenti, Twitter y demás, he podido comprobar que no sirven para conectar a las personas entre sí, sino para un lucimiento personal y una creación de fachadas vacías que esconden oscuras y/o vacías trastiendas. Si en las fotos publicadas la sonrisa no está presente, nadie se molesta en tratar de conocer a la persona en cuestión, y gentes que sobrepasa la treintena actúa como adolescentes de menos de 15 años. No lo entiendo. Son personas a las que se les supone una madurez y una estabilidad emocional, y sólo valoran al resto por su nivel socioeconómico, el peinado de moda y el cuerpo que tengan. De nada sirve lo qué aporten, lejos de físicos increíbles o una apariencia lejos de las modas y la metrosexualidad más absurda. Las redes sociales se han convertido en una Galería de Vanidades, donde los mejores son quiénes más se exhiben sin pudor, haciendo el ridículo u otras cosas que vaya usted a saber, lo cual es una pena, pues existen muchas personas que pueden aportar una riqueza y un interior tan rico que sería una lástima desperdiciarlo por el absurdo interés, tan de moda, de valorar a las personas en relación a su físico o cuánto son capaces de sonreír.

martes, 9 de junio de 2009

Adiós, Pequeño Saltamontes


Su vida se apagó a los 72 años. David Carradine fallecía en Bankok en extrañas circunstancias, las cuales me parecen irrelevantes. Con su muerte, el mundo del cine pierde a uno de sus más infatigables actores. Conocido mundialmente por su papel de Kwai Chang Caine, en la serie Kung Fu, su carrera interpretativa supera el centenar de películas y ningún premio que reconociese su labor, lo que nos debería hacer reflexionar sobre la importancia o no de los reconocimientos en forma de galardón. David Carradine era actor, o como yo digo, un trabajador del cine, como demuestra su amplio currículum.
Los recuerdos de mi infancia, cuando contemplaba la serie Kung Fu y sus enseñanzas en la 2, hace más de 20 años me retraen a una época inocente de infancia y adolescencia, donde Kwai Chang Caine y su maestro me motivaban a aprender la filosofía de este arte marcial, con más de 5000 años de antigüedad. Aquellos eran unos tiempos en los cuales las series educaban y enseñaban, nada que ver con lo qué vemos en la pequeña pantalla. Es por eso por lo que quiero dedicar estas líneas a un Maestro, con el más profundo de mis respetos. Descanse en Paz, David Carradine. Nunca te olvidaremos. Gracias por lo que aprendí de .

lunes, 8 de junio de 2009

Los mundos de Coraline



Apenas empezaba a despegar esta bitácora cuando descubrí el libro Coraline, de Neil Gaiman, uno de mis autores favoritos, el cual fue reseñado en su momento. Hoy, más de dos años después de aquella lectura he ido al cine a ver la adaptación que han hecho sobre la novela, y he salido contento, si bien he notado que ha sido extremadamente resumida, y muchas partes han sido omitidas. Debo decir que Coraline no es un cuento para niños, pues si bien empieza con una dulzura y una belleza sin igual, se vuelve extremadamente oscura y llega a dar miedo en alguno de sus pasajes, por lo que no entiendo por qué se ha sido recomendada para el ámbito familiar. No continuar la crítica sin comentar que a mi lado estaba una familia, los niños pasaron verdadero terror, exigiéndole al padre, entre lágrimas, que se fuesen de la sala. Por eso, debo decir que si bien se trata de una película de animación, no está destinada al público infantil, pero ya se sabe que la animación todavía sigue siendo considerada para niños. Aún recuerdo aquél videoclub que puso en sus estanterías Urotsukidoji al lado de Blancanieves, algo de lo que prometo hablar en otro momento, pues hoy reseñamos una nada desdeñable adaptación. Eso sí. Si como bien he dicho antes pasé miedo en algún momento de la película y el libro, no lleven, no llevéis a los niños, pues no es nada agradable escuchar los llantos de un crío de corta edad rogar a su padre que abandonen la sala al grito de qué miedo, papá.