sábado, 31 de mayo de 2008

Este es el relato que dió origen a una novela incompleta desde hace años: Vampiros'92

Aquel concierto de 1992 en el recinto de la Exposición Universal que se celebró en Sevilla prometía ser de los mejores que se iban a celebrar en los últimos tiempos, pues el grupo que tocaba tenía unas canciones cargadas de ritmo y una puesta en escena que le daba una calidad que pocas bandas pueden ofrecer en directo. Acababa de obtener el permiso de conducir días antes, pero como no sabía si iba a beber, preferí desplazarme en autobús para evitar tener que tomar el coche si así sucedía. En la estación de autobuses me esperaba mi pareja de por aquel entonces, vestida con un largo vestido ceñido, que resaltaba su belleza aún más, pues su cabello rizado negro suelto hacía que destacase como nunca antes la había visto. Pese a que nos habíamos visto visto horas antes, volvimos a fundirnos en un apasionado abrazo, de esos de película. ¡Cuantísimo la amaba! Sin dejar de abrazarnos, paseábamos en busca de otro autobús que nos pudiese dejar lo más cerca posible de l recinto donde tendría lugar el recital al que deseábamos asistir. Eran momentos de risas, complicidad y amor, cargados del romanticismo más empalagoso que haya podido recordar... Así era yo, con mis pelos largos y mis camisetas extrañas. En aquella época trabajaba como becario en un periódico, y usaba mi carné de prensa para asistir a todo tipo de eventos sociales, ya que pensaba que para lo poco que cobraba, de alguna forma debería disfrutar de las ventajas de poseer dicho documento. Aún así, no era fácil entrar a la Expo, ya que se necesitaban credenciales especiales, nada difíciles de lograr si se tienen los contactos adecuados, como era mi caso en aquella época, y se hacen las pertinentes llamadas, gestiones realizadas con antelación, ya que Silvia deseaba ver aquel recital más que nada en el mundo. Lo hubiese hecho todo por ella, y de haber podido, hubiese puesto la luna a sus pies. Hoy recuerdo aquello tan lejano...
Cuando llegamos al recinto, estaba abarrotado, y era casi imposible ver bien el escenario, con la pantalla Jumbotron, una gigantesca televisión que emitía vídeos musicales para no aburrir a la audiencia y al público que se congregaba, algo difícil sabiendo que se va a disfrutar de un buen concierto. Nosotros fuimos a cenar, ya que todavía había tiempo, a un restaurante mexicano, donde pedimos cosas nada típicas de las franquicias de comida rápida que imitaban el estilo azteca, donde hablábamos de nuestro futuro tan prometedor y feliz. Tras haber pagado, y mientras dábamos un paseo, nos incorporamos a la multitud, animada por la programación de los 40 principales y los video-jockeys que amenizaban el evento. A la hora puntual fueron anunciados y recibidos con auténticas ovaciones. Unas potentes guitarras eléctricas serían la mejor forma de comenzar un espectáculo, lleno de luces y buena música, que hacía vibrar y botar a la marea humana congregada, que jamás imaginaría lo que sucedería minutos más tarde de empezar la primera canción. Bailaba de espaldas a todo el mundo, y mirando a los ojos a mi pareja, sin importarme nada más que no fuese ella, pero algo cambió. Su mirada se transformó en puro terror, y un grito de pánico surgió de lo más profundo de su garganta. Volví la vista para comprobar qué era aquello que no sólo a ella había asustado, ya que no era la única en gritar. La música había dejado de sonar, y el escenario y la pantalla ofrecían un dantesco espectáculo de mutilación y sangre, causado por unos monstruos semejantes a las gárgolas de Arthur Rachkam o la serie de dibujos animados. Sobre los hombros tenían una cabeza de reptil, en un cuerpo humano, cuyos pies eran garras de águila que volaban gracias a unas alas de murciélago. Vestían uniformes de guerreros medievales y portaban tridentes con los que infundían más terror del que sólo con la mirada eran capaces de lograr. Con extremada facilidad descendían hacia la gente, que corría presa del pánico, para llevárselas, una a a una. Apenas se veía el cielo, cubierto por aquellos seres fantasmagóricos, que me arrancarían a Silvia de mis brazos, pese a la fuerza con la que la tenía abrazada, y que también me aprisionarían a mí, sin que pudiese hacer nada, ya que las fuerzas me fallaban.
Desperté en una gran mansión, a la que ignoraba cómo había llegado, sentado en un sillón de estilo barroco. Me levanté y pude observar la sensación de claustrofobia que allí se respiraba, con las ventanas tapadas, y una iluminación extremadamente artificial. Era imposible abandonar el recinto, totalmente vigilado por inmensos guardias vestidos de smoking negro. La amplia superficie del salón contrastaba con la sensación que se respiraba, lo que me hizo querer investigar para tratar de localizar a Silvia. Imaginaba que podría estar allí. Era uno de esos presentimientos que solía tener de vez en cuando, y que me llevaban a mirar donde no debía. Fue la segunda vez que me vi obligado a apartar la vista, ya que me encontré con un guardián que bebía la sangre de una atractiva joven. Aquello era una guarida de vampiros, y era urgente encontrar a mi novia, para salir de allí. no tardé en dar con su paradero, pues aunque grande, el salón aunque no tenía muchos recovecos. Desgraciadamente, ya no podía hacer nada por ella. Yacía , sin vida, en una cama, envuelta en un charco de sangre, desnuda. Me arrodillé. Besé su cabello. Lloré. Grité. La abracé. Me levanté, dejándola caer. Me dí la vuelta. Con firme paso avancé en busca de uno de aquellos vampiros, para agredirle. Estaba cargado de odio. Sólo con mis manos le agredí con una inusitada fuerza, que no le derribaba por más que le golpeaba, a la vez que me mostraba sus largos colmillos, tratando de asustarme, pero no lo conseguía. No sentía miedo. Odiaba. Mi sentimiento sólo era de odio y venganza. Lucharía con todas mis fuerzas. Nada me importaba salvo saciar mi sed de sangre. En aquellos momentos sólo me diferenciaba de los vampiros en la mortalidad. Mientras que ellos poblarían eternamente la Tierra, yo sabía que tenía mis días contados, y por eso no me importaba lo qué pasaría después. Con una crueldad jamás vista antes, y armado con una espada corta medieval japonesa, acababa con los señores de la noche, uno a uno, sin importarme nada. Sus cabezas se separaban fácilmente de sus fornidos cuerpos, pero eso no me calmaba. Tan sólo aumentaba mi furia asesina. En ese momento volví a tomar consciencia de quién era, y en lo qué me había transformado. Y aquello no le gustaría a Silvia. Caí de rodillas. Volví a llorar. Me dí cuenta de lo inútil que había sido la masacre. Nada me la devolvería. (A partir de aquí, ya no se me ocurrió el final de la historia, por lo que improvisaré algo ahora, para no dejar mal sabor de boca, espero) Sonó el despertador. Miré a mi lado y estaba ella. Había sido una pesadilla, o eso creía, porque aquella cama barroca no era la de nuestro apartamento...

viernes, 30 de mayo de 2008

La embriaguez del poder y la fama

En estos días, estoy asistiendo a las más vergonzosas acuaciones por parte de varias personas conocidas en diferentes ámbitos. Por una parte, está el locutor Federico Jiménez-Losantos, locutor que trabaja en la COPE, y cuya experta verborrea es empleada para proferir los peores insultos y acusaciones a quién no es de su agrado. Un perodista, licenciado con una tesina sobresaliente que ha olvidado que la opinión es una cosa, y la información otra, que jamás deben mezclarse. Acostumbrado a que nadie le levante la voz, se ha topado con alguien que sí lo ha hecho. A mí no corresponde hacer valoraciones sobre el caso, pues no entiendo de esas cosas, ni soy periodista o analista político.

En otro orden de cosas, está la famosa bióloga Ana García Obregón, alguien a quien respetaba y admiraba, hasta que ví capaz de ordenar una paliza a un informador, con opiniones cargadas de homofobia y otros odios. Resulta sorprendente la impunidad con la que estos personajes y personas son capaces de actuar, creyéndose por encima del bien y del mal, pues esa popularidad, fama y falta de anonimato les repercute pingües beneficios económicos que les permite pagar excelentes abogados y abogadas para su defensa, mientras el resto de la sociedad, anónima, asiste atónita a las tonterías y caprichos que los propietarios de los medios quieren programar, para distraer la atención de otras cosas más importantes, como la crisis económica, o el gesto humano de Francisco Hernando, más conocido como Paco el Pocero, que ha prestado uno de sus aviones privados para trasladar a una joven que permanece aislada porque cualquier contacto con el exterior puede suponer su muerte, a causa de una alergia ocasionada por la manipulación de productos químicos. Y eso no lo nombran ni los buscadores. Es lo que digo siempre. Hace falta humanidad y respeto.

jueves, 29 de mayo de 2008

Sobre religión, creencias y otras herejías

El otro día, contestando a un comentario, pensé que podía desarrollar la respuesta mucho más, si dedicaba unas líneas a la reflexión sobre las creencias religiosas o divinas, pues nada tiene que ver una cosa con otra. En los últimos tiempos, se habla, de forma muy vehemente sobre la retirada de símbolos religiosos de las instituciones y otras mil cosas que llevan el debate a la calle. He de decir, que estoy en contra de la imposición de cualquier tipo de ideas o creencias, ya que coartan las libertades individuales, y es por eso por lo que no estoy de acuerdo con que se establezca un sistema de creencias laico, puesto que ningún tipo de manifestación religiosa tendría cabida, y todas y cada una de las fiestas patronales serían suspendidas, incluido el domingo, dado su fuerte carácter religioso, aunque hayan sido robadas o a adaptadas de la tradición pagana. Creo que un sistema aconfesional, donde cada religión, creencia o filosofía tuviese su representación, lejos de los fanatismos intolerantes, sería una buena opción de credo. Son muchas las formas de entender a Dios, tantas como personas. Me parece muy triste que se trate de homogeneizar la forma de entender los entes superiores, presentes en nuestras vidas desde que el ser humano vivía en las cavernas, que no se entienda que cada cual entiende esos entes de una forma, que nada tiene que ver con la de la persona que está a nuestro lado, aunque la educación religiosa sea la misma. Pero ese fue el legado inquisitorial, que condenaba la herejía (es decir la opción) con la pena de muerte para obligar al mundo a que adorase una única verdad, que creían absoluta, pero que se volvió una mentira por haber sido seguida ciegamente.

miércoles, 28 de mayo de 2008

Mercaderes de la cultura

Me llama la atención cómo se está perdiendo la filosofía esencial de la cultura, para convertirse en un bien más, gestionado por mercaderes, cuyo único fin es el lucro económico, por encima de todas las cosas. Nos saturan de novedades a diario, sin darnos tiempo a asumir un conocimiento que se va diluyendo y que da paso a las más altas cumbres de analfabetismo o ausencia de nivel cultural, todo ello propiciado por un interés meramente económico. Las sociedades de gestión nos dicen que robamos por compartir nuestra música o filmoteca, y nos prohíben prestar los libros, discos o películas. Su interés se basa en recaudar dinero y demandar a quiénes no desean que les roben dichas sociedades, con tanto canon digital por si acaso. La cultura, como bien está muy herida de muerte, en pos de un comercio injusto, que entiende el egoísmo y la soledad como únicos valores culturales. Por favor, entendámosla como una herencia, un legado a las generaciones venideras, y dejemos de pensar en una cultura consumista y vacía, sin pretensiones ni enseñanzas, y luchemos por enriquecernos y aprender, que existen demasiados maestrillos y extremadamente pocos alumnos y alumnas.

martes, 27 de mayo de 2008

Intrusismo profesional

Son muchas las ocasiones que un escritor novel se encuentra con varios manuscritos en el ordenador, encuadernados en papel o inéditos por culpa de las editoriales, que prefieren arriesgar sus inversiones con personajes lejanos a la literatura, como puedan ser toreros, cantantes u otro tipo de famoso o famosa sin luces. En no pocas veces se habla de negros editoriales, que cobran por palabra escrita, para que otros se lleven la gloria y la fortuna. Hace unos días vi un libro firmado por Risto Mejide, el polémico publicista desconocedor del debido respeto y jurado de Operación Triunfo. En más de una ocasión le he oído hablar de intrusismo, pero no se ha aplicado el cuento a la hora de publicar su libro El Pensamiento Negativo, que me negaré a leer o comprar, pues me es irrelevante lo qué opine un personaje(que no persona) como el señor Mejide, que es incapaz de respetar a nadie, puesto que, detrás de esa pose ausente de sonrisas, las burlas al resto son su tónica habitual. Curioso que alguien que hace alardes de ética profesional no tenga reparos en olvidarla cuando le quita el puesto a un autor novel o no publicando un libro que firma, y que desconozco o dudo que haya escrito.

lunes, 26 de mayo de 2008

Da qué pensar

Volvamos a las cosas serias.
Hoy he escuchado un comentario que me ha hecho reflexionar durante horas, por lo grave de la situación. Una niña con 15 años, que empieza a descubrir lo qué es salir con un chico, decía que se quería sacar el graduado escolar, o título de la E. S. O., para poder obtener el permiso de conducir, una vez cumpliese la mayoría de edad. Decía que no quería seguir estudiando, porque como tenía novio, no lo necesitaba. Creía extinta esta mentalidad machista, de principios del siglo pasado, en el cual las mujeres dependían en todo de los hombres, por culpa de esa sociedad falócrata que tanto critico y detesto, pero he visto que no es así. Es preocupante, en pleno siglo XXI, que una niña no quiera ser independiente, y que quiera seguir a la sombra del macho que la domina y ata en corto, sin querer evolucionar como persona ni plantearse que una relación dura hasta que termina... Es preocupante este retroceso de mentalidad, cuando se están consiguiendo tantas libertades para la mujer. Deberían hacernos reflexionar estas actitudes tan retrógradas y peligrosas para la igualdad entre hombres y mujeres.

domingo, 25 de mayo de 2008

Día del Orgullo Friki 2008


Ahora y siempre, me siento orgulloso de ser friki, de ser yo mismo, de no ser como el resto. Y sobre todo me siento orgulloso de tener una visión diferente de este mundo, tan enfermo de los nervios, y lleno de frikis que no saben que lo son.

¡VIVA EL CHIKI CHIKI!


P.D.: Algún día dominaremos el mundo...(o no)