viernes, 3 de septiembre de 2010

Tebeos, lectura y cultura

Cuando el año pasado salí allende nuestras fronteras para visitar la capital del territorio galo, quedé gratamente sorprendido al ver que la gente leía sin importar qué caía sobre sus manos, ya fuesen libros, revistas o tebeos. De hecho, las grandes superficies como Fnac, Virgin o Carrefour tenían una sección dedicada a estos últimos que parecía una tienda especializada, y donde me surtí para pasar el año. Esta temporada, al regresar a París, he descubierto la literatura de ocasión, los libros a precio tan irrisorio como atractivo, en pleno Barrio Latino, un lugar de encuentro de personas que aumentaban sus bibliotecas personales. Fue la primera vez en mi vida que vi a la gente en masa en librerías de ocasión, comprando más que leyendo, lo cual me hace preguntarme por el nivel cultural español, que últimamente ha descendido de forma vertiginosa, entre tanto mar de best sellers y novedades vacías de contenido o modas que no hacen sino quitar el espacio a la Literatura, esa que nos sumerge, llena y llega a lo más profundo de nuestra alma, esa que dicen está anticuada porque ya no se promociona tanto y es eterna. Considero que debemos hacer más por el fomento de la lectura, y no diferenciarla ni separarla entre un conjunto de letras o de viñetas. No sé si algún día esto sucederá, pero quiero pensar que es posible.

martes, 31 de agosto de 2010

Aeropuerto sevillano

Tras mi estancia en París, por segunda vez en mi vida, regresamos a tomar el pulso a la actualidad y los más dispares asuntos, entre los cuales quiero hablar del Aeropuerto de San Pablo y su normativa. Una vez adquiridos los billetes de avión, y viendo que se nos exigía estar a las 5 de la mañana para la facturación, pues éste salía a las 7, decidimos hacer noche en el aeródromo, para evitar colas y tensiones de última hora. Entre unas cosas y otras, cena a base de bocadillos y revisar la maleta para evitar llevar objetos prohibidos, el personal de seguridad se encargó de informarnos que el aeropuerto debía cerrar sus puertas al público, algo que dejaría perplejos a todos los que aguardábamos en su interior, y sin posibilidad de hacer nada que no fuese aburrirse o morir de asco, pues no había posibilidad de resguardarnos en la cafetería o acudir a otro sitio mientras volvía a abrir sus puertas. Inconcebible, incomprensible e inexplicable. Sinceramente, no entiendo por qué el alcalde de Sevilla presume de ciudad cuando sus servicios dejan mucho que desear, y su aeropuerto se convierte en uno de tercera división regional al hacer este desprecio a las personas que aguardan allí. Tal como hablé con un matrimonio, denuncio públicamente este hecho, porque no es de recibo que los caprichos de un regidor megalómano dejen en la estacada a los ciudadanos que esperan comenzar sus vacaciones, sin saber qué hacer el resto de la noche, mientras esperan, en mitad de la nada para poder regresar a la terminal.