sábado, 23 de enero de 2010

La Balada de Liberty Crane

El ruido y el bullicio del saloon se paró de golpe cuando entró por primera vez a tomar un whiskey doble. Acababa de llegar a Oregón, y allí no les gustaban los forasteros, y menos si preguntaban demasiado. Sin inmutarse miró a todas y cada una de las personas que allí dentro se encontraban reunidas, y se dirigió directo a la barra, donde se apoyó y pidió alquel licor, agua de fuego como era conocido por los nativos. La situación era tan tensa que se podría atravesar con un cuchillo, y las miradas que se posaban sobre Liberty Crane podían tocarle. Sabía que no era bienvenido, pero estaba allí para sustituir al ayudante del sheriff, pues su predecesor había sido asesinado por el Billy el Desalmado, el forajido más buscado en aquél lado del río Pecos. Sus harapientos ropajes, y sus botas no ayudaban demasiado. Oculto debajo de su sombrero, su barba poblaba su cara, y eso le hacía dar más sensación de su dureza. Liberty Crane no era famoso ni conocido por su amabilidad. No creía necesario que tuviese que ser agradable con nadie para conseguir las cosas, pues las conseguía y punto, ya que se bastaba de sí mismo para todo. Así se mantuvo sorbiendo poco a poco el whiskey hasta que lo terminó, y pagó los 10 centavos que costaba. Sin despedirse, salió tal como había entrado. Tenía una cita importante con el sheriff del condado.

Sirva este relato como homenaje a aquellos escritores que tanto leí durante mi adolescencia.

jueves, 21 de enero de 2010

Escribiendo a pluma

Hace pocos días que he empezado a escribir una novela corta, que ya adelantaré más adelante, pues se trata de un proyecto que no me esperaba que surgiese. Pero así sucedió cuando adquirí mi última pluma estilográfica. He de reconocer que yo soy más de bolígrafo, y quién me conoce sabe que una de las primeras cosas que hago al comenzar una nueva historia, ya sea larga o corta, elijo cuaderno y este último, en un ritual que me puede llevas días o segundos, dependiendo de si encuentro o no aquello qué busco. En esta ocasión, ha sucedido al revés. No he buscado absolutamente nada, mas bien los he encontrado. La estilográfica con motivos del Moulin Rouge parisino y estilo art nouveau me está sirviendo para el manuscrito de mi última obra, que espero concluir y terminar en breves. Poco acostumbrado a la pluma, descubrir la escritura con la misma es una nueva experiencia, cargada de sensaciones que se van descubriendo a medida que se descargan los depósitos de tinta. A pesar de ser un escritor de manuscritos a mano, valga la redundancia, hacía un tiempo que no contaba historias así, pues casi todos mis últimos textos han sido mecanografiados. Ahora renace este proyecto, aún sin nombre, a la antigua usanza, con la tradición de la literatura de nuestros antepasados.

miércoles, 20 de enero de 2010

Especulación solidaria

Que el terremoto de Haití es toda una tragedia y un desastre de la Madre Naturaleza es algo que nadie duda, y menos plantea. Su furia, que arrasa y destruye todo a su paso, lo hace sin piedad ni contemplación. Algo sobre lo qué es difícil opinar, comprender o entender, salvo para resignarnos ante un hecho de semejante magnitud. En cambio, sí podemos expresarnos sobre la ayuda, y las ayudas para paliar y reconstruir la zona. Aunque veo bien que se pida una aportación monetaria, y que los países y Comunidad Internacional destinen fondos a los damnificados, no puedo dejar de estar en contra de esos que especulan con el socorro recibido. Banqueros que cobran comisiones por destinar dinero a la zona, ONG's que no son tan solidarias, pues hacen negocio de la muerte y la tragedia, funcionarios y políticos corruptos. Es decir una larga cadena de intermediarios a los que nada les importa la causa. Sólo el dinero. Ni siquiera el poder. Quiero colaborar con las víctimas del terremoto. De eso estoy más que seguro, pero a su vez me niego a hacerlo sabiendo que de cada euro que destine sólo llegarán 10 céntimos. ¿Por qué se permite especular y lucrarse con las tragedias?

martes, 19 de enero de 2010

Roxxxy

Cuando vi por primera vez Blade Runner, me llamó la atención que Rachel fuese una replicante destinada al placer. Sin embargo, como a tantísimos otros, me enamoró el personaje. No hace muchos días, la noticia de una muñeca destinada al placer que escuchaba, me hizo recordarla, pues habían creado una androide capaz de escuchar y empatizar con su dueño. Aunque a primera vista podemos ver hilarante dicho invento, no deja de tener un tinte terrorífico a la vez que triste, y es por la falta de empatía humana. Tener que recurrir al sexo frío y que una muñeca sea capaz de sentir la empatía que el resto niega da verdadero pánico, pues como dicen sus creadores lo único que le falta es andar. ¿En qué se está convirtiendo el ser humano, encerrándose o escudándose detrás de frías pantallas de ordenador o redes de ostracismo como el Feisbuk? ¿Por qué se prefirieren evitar o rechazar las relaciones íntimas con personas para tener un robot que nos complazca? ¿Por qué se vende tanto egoísmo camuflado entre progreso? Puede resultar ridículo que un ser artificial nos comprenda, escuche y hasta se identifique con nosotros, pero no deja de ser preocupante y temible que se cambie por amistades, y gente querida, a la que se evita no ser una corte de bufones, súbditos y lacayos que dan la razón aunque no se tenga.