No hace muchos meses me quejaba de la falta de series de ficción, de esas de capa y espada o fantasía épica, sin conocer maravillas como Doctor Who o Reino de Tronos, que se tocó en aquel momento y me muero por leer y ver, ya que todo el mundo comenta maravillas sobre ambas versiones. Hoy regreso del verano contento por esta proliferación de producciones alejadas de médicos drogadictos, líos sentimentales y sexuales en hospitales o españoladas que entretienen a base del chiste fácil y los diálogos de besugos a base de gritos. El regreso de la fantasía en forma de serie de televisión hace que ésta sea más atractiva y recupere una audiencia perdida por culpa de toda la morralla y mierda emitidas durante años, con el único interés de idiotizar a la gente y manipular a las masas, para evitar que sean incapaces de cuestionar ningún abuso cometido. Desconozco si alguna vez la caja tonta recuperará la calidad sin tener que recurrir a documentales soporíferos que ven al espectador en la siesta o experimentos de gente que va de culta, pero considero positivo que se vuelvan a considerar importantes la ficción y la imaginación, pues son tan necesarias como los bocados de realidad con los que somos bombardeados constantemente en el sector audiovisual de la comunicación.
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