jueves, 28 de enero de 2010
Trepas
La gente que quiere subir peldaños a costa de cualquier precio no entiende de clases sociales, ni de nivel socioeconómico. El otro día, durante un partido de fútbol, un tal Cristiano Ronaldo, golpeó en la nariz a un jugador rival, rompiéndosela, en una jugada que puede ser definida de cualquier forma, menos deportiva. Como el fútbol me parece un patraña aparte de un deporte absurdo y ridículo, no puedo aportar más información del encontronazo porque no lo vi. No obstante, quiero hablar del comportamiento vergonzoso de este señor, aficionado a las señoritas de compañía de alto standing y a las fiestas más exclusivas, al cual sólo le importa ser el mejor, sin importarle si agrede, hace daño o trata al resto con la punta del pie, con una prepotencia digna de los dioses griegos. En su lucha por alcanzar la cima, no duda en olvidar la deportividad y el compañerismo, haciendo gala de su habitual egocentrismo. Y todo ante la mirada cómplice del resto, que le ríen las gracias. Todo porque gana 13 millones de euros al año, y el club que lo compró pagó 93 por su ficha. Nadie cuestiona si está bien o no. Así escala puestos cualquiera, a base de codazos, literalmente. Y eso no debe ser permitido. No es de recibo que el deporte olvide o permita la ausencia de deportividad, valga la redundancia, que el vil metal tenga prioridad antes que el respeto. Que la gente, que las personas quieran evolucionar es algo digno de admiración, pero que se quiera aspirar a lo máximo a cualquier precio debe ser rechazado y jamás tolerado. Da igual si es ese tal Cristiano Ronaldo o si es el vecino del 5º. No tienen derecho a pisotear a nadie.
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