Pruebas perdidas, pederastas, pedófilos y joyas caras

Si hay algo que detesto es la doble moral y la hipocresía, tan de moda y tan presente en todos los aspectos. Resulta que si algún canalla abusa de un niño o una niña, se exige que caiga todo el peso de la ley, y que cumpla la condena íntegra, se pudra en la cárcel o en los casos más extremos se puede pedir la pena de muerte para estos depravados. No obstante, la realidad es bien distinta, y en algunos juicios se destruyen pruebas incriminatorias por error, porque se ordena un orden, valga la redundancia, en los almacenes de los juzgados, o bien salen en libertad estos señores porque no está suficientemente demostrado que son pedófilos. Yo me pregunto, os pregunto, les pregunto, ¿qué pasaría si uno de estos seres fuese un político importante, Jefe de Estado de un país europeo? Pues que le aplauden la machada, le ríen la gracia y le dan la enhorabuena por acostarse con semejante bombón. Nadie se plantea que un señor de 72 años que se acuesta con una niña de 17 y le regala joyas carísimas pueda ser un pedófilo. Éste no, puesto que es el dueño de un imperio mediático y tiene derecho a sus canitas al aire ¿con menores? ¡Venga ya! Dejémonos de tanta demagogia e hipocresía. Dejemos de apoyar las perversiones de los ricos y poderosos. Basta ya de permitir estos abusos y reír algo que carece de gracia alguna. Digamos no a la pederastia y a la pedofilia. Rechacemos esta lacra. Condenemos y aislemos socialmente a los pedófilos, sin importar su clase socioeconómica. Nadie debe robarle la infancia a un niño o una niña, y menos destruir su sexualidad. Por eso es necesario no respetar estas perversiones, estos hechos que tantas ganas de vomitar despiertan.