miércoles, 27 de febrero de 2008

Invisibles

Hoy quiero dejar los análisis de la actualidad. No me apetece opinar sobre lo qué sucede en el mundo, pues seguramente volvería a escribir sobre los malos tratos, ya que una chica de 22 años ha muerto a manos de su pareja, y ya se me acaban las palabras, la paciencia y el ánimo, a la vez que mi humor se agria. Aún así, hoy quiero hablar sobre la indigencia y los indigentes. Esos y esas pobres que están por decenas en cualquier ciudad, y que, aparentemente, son invisibles para el resto, para la galería que aparenta y ostenta tener mucho en una farsa consumista, llena de mentes vacías en cuerpos muy sanos, como dirían Fito y los Fitipaldis en alguna de sus canciones. Para mí no son invisibles, ni ignoro su presencia, aunque no colabore con monedas. Sé que existen, que detrás de cada uno de ellos o ellas hay una historia interesante, junto a un aprendizaje formado en la Gran Universidad de la Vida y la Calle. Sus miradas denotan sabiduría, de esa que sólo la experiencia te sabe mostrar, y una profundidad que toca el alma de aquellos y aquellas que osan cruzarla, aunque sea sólo unos segundos.También podría hablar de otro tipo de indigencia, aunque ésta quiero tildarla de presunta, pues si el silencio y la discreción caracterizan a esos seres invisibles, a los otros y otras que se acercan a pedirnos dinero, estos conceptos le son totalmente desconocidos, y su interés es lograr sonsacarnos unas viles monedas, ya que una oferta de comida es mancillar su honor. Me llama la atención esta diferencia de clases, tan evidente, y a la vez tan ignorada.

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