domingo, 13 de enero de 2008

Juego mortal

La fiesta de reencuentro, organizada para la noche de Halloween había terminado para mí, entre risas, y carcajadas varias, por lo que me dirigía a casa, para descansar... A las 5 de la mañana, el cementerio estaba abierto, algo raro, pues no es de estos que abren las 24 horas. Como me pillaba de camino, me decidí adentrar entre sus muros, para meditar un poco, pues el alcohol a veces me incita a la meditación. Escuchando la soledad de los que allí duermen y el silencio de la noche, me sentí perseguido y hostigado, lo cual pude comprobar al girarme y ver a un grupo de zombies dirigirse hacia mí, a toda prisa. Nada tenían que ver con aquellos muertos vivientes de las películas de serie B que tanto me gustan, por malas que sean, así que salí corriendo entre los pasillos del camposanto, tratando de escapar de una muerte segura si allí me quedaba. Encontré un hueco y allí me introduje, mientras trataba de recuperar fuerzas y esperaba a que mis perseguidores desapareciesen. No sabía si era mejor seguir corriendo, o estar en aquel hueco húmedo, maloliente y lleno de moho. Las cosas pintaban muy feas para mí y para mi integridad física, por lo que trataba de respirar en silencio en aquel pequeño lugar. Me dispuse a salir, lenta y sigilosamente, tratando de evitar ser localizado, pero fallé en el intento, y volví a correr, sintiendo cómo se aproximaban hacia mí aquellos muertos vivientes, que no iban tan lentos como los clásicos. Cuánto los hubiese agradecido. De todas las partes venían a por mí, y mi miedo era palpable, casi físico. Delante de mí, una cuerda que parecía provenir del cielo. No me lo pensé dos veces y subí por ella como pude, pues nunca conseguía llegar al final en los ejercicios de Educación Física, a la vez que pensaba que la cosa no podía ir a peor. Al final de aquella ayuda llegué a una extensa llanura de inmensas dimensiones, donde la vista se perdía en el horizonte e invitaba a caminar relajando y tranquilizando, lo cual no duró mucho, pues de repente sentí un golpe en la cabeza que me hizo perder la verticalidad y besar el suelo. A lo lejos vi cómo un jinete me derribaba con una maza y sentí un gran jaleo a mis espaldas. Volví a girarme para comprobar que cuatro soldados se dirigían hacia mí, montados en fantásticos corceles, que harían que siguiese huyendo hacia ninguna parte, luchando por seguir vivo, pero con pasos torpes y descoordinados, ya que no es nada agradable sentirte perseguido por cuatro soldados a caballo, a los que se unen unos cazadores con sus perros. Aún así corría. Corría por vivir, por ponerme a salvo de todo y preguntándome dónde estaba la cuerda de marras. La rareza de la noche y el cansancio empezaban a hacer mella en mí y necesitaba echarme a dormir. Casi no me doy cuenta de que allí se encontraba. La soga que me salvó la vida anteriormente volvía a emerger de la nada.
-A buenas horas llegas-dije sarcástico, mientras me elevaba sin tener que trepar, observando a los perros saltar para darme caza. El paisaje que allí me esperaba parecía el cementerio, salvo por las lápidas, estatuas u otros detalles que recordasen una necrópolis. Decidí tomarme aquella noche con filosofía y humor, mientras andaba, estallando en un ataque de risa causado por el surrealismo y la ridiculez de aquella noche de difuntos. A mitad de camino me encontré con una daga y una estrella que recogí y metí en un bolso salido de la nada, sin detenerme, salvo para observar mi nueva imagen, parecida a la de un noble con cota de malla, de esos de los libros de fantasía, capa y espada, pero no me sorprendió, ya que a esas alturas de la noche nada podía hacerlo, tras lo vivido anteriormente. Aún así quedé absorto en aquella imagen proyectada en el río, interrumpida por un gélido aliento en mi nuca, que me hizo volverme lentamente para ver a una atractiva vampiresa, con la boca abierta y una mirada cautivadora y seductora, que me llevaba hacia ella, sin que opusiese resistencia, pero dándome la visión de lo que era aquella extraña noche. Se trataba de un videojuego y huir no era la mejor opción, por lo que decidí tomar la otra alternativa: luchar y enfrentarme a ella. En una pelea a muerte, con varias llaves de kung fu, conseguí no perder la daga y clavársela en el corazón, revolviéndose con un agónico grito y explotando, no dejando testimonio ni huella de su existencia, salvo por el fétido olor desprendido de la explosión. Tras esto, vi llegar más zombies, vampiros, bichos y demás escoria me iba cercando y atacando al unísono, mientras yo me defendía como podía, aunque no era suficiente y caí al suelo, desfallecido, notando cómo se me iba la vida, a lo que reaccioné acordándome de la estrella, que podría ser una poción de energía o una vida extra, por lo que la metí en la boca y me la comí, notando cómo las fuerzas regresaban a mí haciéndome sentir como el ave fénix que renace de sus cenizas. Con muchísima fuerza luché por salir de allí, abriéndome paso entre tanto monstruo y bicho raro, a golpe de daga y puño, estampando mis puñetazos con una furia antes desconocida para mí, logrando la recompensa anhelada: la libertad y salir de aquel horror, con el cuerpo totalmente magullado y dolorido. En aquellos momentos nada importaba, por lo que me levanté cuando parecía encontrarme mejor y algo recuperado. Ya no me esperaba la cuerda cuando apareció. No recuerdo si subí por ella o tiró de mí para aparecer en mi habitación, en la cual caí rendido en la cama, levantándome dos días después con una resaca que me duró otros dos más, que se fue con una ducha y un afeitado. Como eran mis vacaciones y no tenía que trabajar, salí a dar un paseo, para despejarme de tanta cosa rara y experiencia extraña. Me sorprendió ver que todo era igual, que nada había cambiado, y seguí con mi camino, deteniéndome en aquel salón de juegos al que solía asistir tan a menudo. Allí estaban mis compañeros de fiesta, jugando al billar, pero yo no me uní a la partida, pues me fijé en una nueva máquina de arcade con un argumento que me resultaba familiar. Me acerqué, la mire, observando cómo se oscurecía la pantalla, a la vez que iba apareciendo una pregunta:
-¿Qué tal te lo pasaste anoche, amigo mío?....

1 comentario:

  1. blogueando blogueando di con tu blog.

    un saludo y a seguir blogueando.

    bye2

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