lunes, 12 de diciembre de 2011

Entre el civismo y la represión

Que estamos y vivimos en una sociedad exenta de valores y respeto hacia los demás es algo que nadie duda o pone en tela de juicio, pues a la vista está lo poco que se respetan algunas normas de comportamiento y educación. Hace unos días, mientras me dirigía al cine a ver El Gato con Botas en el autobús urbano, un pasajero tenía el sonido de su música a un nivel tan excesivamente alto que resultaba molesto a más de un pasajero, entre los que me incluyo. Comentando entre nosotros esto, me dirigí al propietario del aquella escandalosa discoteca portátil para rogarle con la máxima educación que bajase el volumen, pues era desagradable para el resto, lo cual sucedió así. Lo que era inimaginable es que un pasajero me increpase por esto y acusase de represor por esto, explayándose en una espiral de insultos entre los cuales era invitado a ser sodomizado ante el silencio y la estupefacción de todos los que en el interior el transporte nos encontrábamos, ya que éramos incapaces de reaccionar. No sé qué tipo de represión puede haber cuando sólo se pide un mínimo de normas de convivencia y respeto hacia los demás, siempre desde la educación y el respeto, valga la redundancia, que el resto demuestra no tener y que exigen de forma unilateral, cuando debe ser mutuo.

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