viernes, 21 de enero de 2011

Usted

Se llamaba -y espero que aún viva para seguir haciéndolo- Aurelio, y no medía más de metro y medio. Era profesor de Matemáticas e Informática durante los primeros años de la década de 1990 en el Instituto donde comencé a estudiar Bachillerato, aunque no lo terminase por culpa de otra profesora de la que más tarde hablaré, porque de hacerlo distraería la atención sobre el asunto sobre el que quiero escribir hoy. Los recuerdos que tengo de aquel docente son gratos, importantes y muy instructivos. Si bien continué suspendiendo la asignatura que éste impartía, de Aurelio aprendí el respeto, los modales y a hablar de usted, pues él se dirigía en el mismo término a nosotros, tan respetuoso y reverencial, siempre a través de nuestro apellido, lo cual era extraño para aquellos niños cuya edad no sobrepasaba los 17 años y que estaban acostumbrados a ser llamados Gabriel, Gema o Eduardo. Nunca tuteé a Aurelio, y seguro estoy que de volver a verlo, nada cambiaría, como sucede con otros profesores a los que adoro y con quienes comparto amistad y trato cordial. Es cierto que sus lecciones de Matemáticas o Informática han quedado en la noche de los tiempos, mas no su lección más importante: el saber estar, el saber comportarse y el saber respetar. ¡Cuánta falta hace en las aulas actuales!

4 comentarios:

  1. Interesante texto. En las clases de primaria y de la ESO cada vez se tutea más por las costumbres y se trata menos de usted, en bachillerato incluso te permiten que les tutees sin decirles nada, eso sí, en la universidad pocas veces digo el nombre del profesor si no es que sea de una edad más o menos joven o de confianza. Prefiero decir "perdone"

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  2. El tuteo, aunque parezca mentira, es fascista. Entiendo por tal toda forma de totalitarismo. Me agrada haber leído tu artículo. A mí me ocurrió lo mismo con el hermano Victorino, profesor de los Hermanos Maristas. Había cierto distanciamiento en el trato, pero era respetuoso y afable. Nunca se extralimitó y gracias a él tuve conciencia de ser persona y gozar de identidad propia. El "usted" que utilizaba siempre era cariñoso y hasta cómplice.
    Has hecho muy bien en resaltarparar mientes en esa vivencia.
    Saludos.

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  3. Las formas se pierden, Cantante de madrugada en verso... Yo aprendí a hablar de usted no hace mucho, y a recibir el mismo tratamiento...
    Un abrazo.

    Muchas gracias, Lilou.
    Un fuerte beso.

    Hay tantas cosas fascistas, Javier...
    Gracias por compartir tu opinión en este blog. Bienvenido.
    Espero verte más por aquí.
    Un fuerte abrazo.

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