viernes, 16 de julio de 2010

Suma y sigue

Esto no para. Es una rutina demasiado habitual la de la violencia de género. No sé qué pasa en esta sociedad que rara es la semana, raro es el día que no sale en las noticias que un cabrón sin cojones ha acabado con la vida de su pareja o ex pareja. A pesar del tiempo que hace que no escribo sobre el tema, es algo que me tiene sensibilizado y más que harto, porque sigo sin comprender por qué se considera a las personas propiedad de otras o se somete a los dictados del poder fálico, ese machismo de caverna que considera a la mujer una ciudadana de segunda categoría. No sé cuántas veces repulsaré estos asesinatos, estos bárbaros comportamientos de esa gente normal. No sé hasta cuando seguiré desgañitándome gritando BASTA YA. Y no sé cuándo existirá una ley real, justa que proteja a las víctimas, de un género u otro, porque también hay hombres maltratados, aunque no sean noticia. ¿Qué más añadir? Las palabras siempre son las mismas: que denuncies si tu pareja te pone la mano encima, y que no permitas una segunda vez. Un cachete es injustificable, y la bofetada a lo Gilda en estos tiempos intolerable, incluso en el cine. Me pregunto por qué fallan las leyes en contra de la violencia de género, por qué aumenta esta maldita lacra y por qué me tienen que recriminar que escribo demasiado contra el maltrato.

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