miércoles, 23 de junio de 2010

Canalladas

Transcurre lenta la mañana mientras trato de meditar mis palabras para expresar mi más profundo malestar por la agresión recibida hacia Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, a manos de alguien que no puede ser definido con una palabra de significado inferior a canalla. Al margen de lo escrito en el Código Penal, la salvajada se ha producido hacia algo más allá de lo material, y ha causado una profunda herida entre las personas, la gente que venera y admira la Talla y cuanto simboliza. Lejos de entrar en discusiones teosóficas sobre idolatría e imaginería cofrade, voy a hablar sobre un sentimiento difícil de entender, transmitido desde la noche de los tiempos, alojado en el rincón más profundo del alma, que reconforta a ricos y pobres, sin distinción de ningún tipo, ni siquiera política, tal como se trata de vender cuando se dice que la izquierda es laica o atea y la derecha católica, apostólica y romana. En los alrededores del Templo, veo cada año infinidad de personas, diferentes todas, cuando me paro a esperar a La Soledad de San Lorenzo, en un profundo Silencio cargado de respeto. Un respeto que no se ha tenido este domingo. Desconozco los motivos que han llevado a este señor a darle una paliza a Cristo y poco me importan porque con ese oprobio Sevilla ha sido insultada de la forma más ignominiosa, ruin y rastrera, ya que no es una estatua mutilada, ni el Patrimonio Artístico, porque va más allá de todo ello. Es triste que sólo se condene el delito material, y no se cuestione que se imponga a base de golpes las ideas de un perturbado.

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