sábado, 6 de marzo de 2010
Azul Oculto
El cielo ocultaba su azul bajo un manto de grises nubes que descargaban la lluvia, sin parar desde hacía semanas, como si estuviese llorando por la nostalgia de unos tiempos pretéritos, guardados en la memoria de quién contemplaba aquel temporal, detrás de la ventana, ausente, mientras degustaba una taza de café, sorbo a sorbo. Los recuerdos fluían sin ser forzados ni buscados, reflejados por una sonrisa que rompía la imperturbable expresión de su rostro, cuya mirada iba más allá del horizonte, tan lejos como su pensamiento y su imaginación. El aroma del café se mezclaba con el olor a tierra mojada, y confundían su sabor, en una inenarrable e indescriptible sensación de sentires que fundían sus cinco sentidos. Nada parecía perturbar la contemplación del devenir de las gotas de agua, ni siquiera los ruidos de la música que, estridente, pretendía tapar un placentero sonido de la naturaleza, con artificiales canciones exentas de estilo o buen gusto. Es difícil disfrutar de los regalos de la Madre Naturaleza, pues su pureza no es fácil de asimilar. Así transcurría el devenir de las horas, y la desaparición de la luz diurna, que daba paso a una penumbra nocturna, sin que dejase de llover. Era un día maravilloso, que invitaba a la nostalgia y el recogimiento.
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Qué potito. ¿Y qué hay de esa novela cuyo borrador quiero leer?
ResponderEliminarEn ello estamos, dezaragoza, en ello estamos... Un abrazo.
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