domingo, 2 de agosto de 2009

Tecnofobia: Nuevas notas

Los Condes de Vermeer habían logrado ascender al poder de uno de sus territorios, a través de unas elecciones que no eran sino una farsa. Preocupados por su imagen personal, y lo que las masas pensaban de ellos, construyeron unos potentes ordenadores conectados directamente a unos esclavos que poseían poderes psíquicos, para así poder hurgar en los pensamientos más íntimos de sus súbditos y lacayos, deteniendo y torturando a aquellos que no pensaban como ellos, pues para ello existía una ley que así lo ordenaba. Nadie podía pensar libremente, ni sentir como quisiese. Allí estaba la policía de los sentimientos para lograr adoctrinar a quienes osasen contradecir, de forma voluntaria o no las ordenanzas condales. La apariencia de Vermeer era un paraíso ideal, donde la gente reía y era amable, no existiendo delincuencia ni gente infeliz. Todo eran sonrisas, felicicidades y ausencia de problemas. Una fiesta constante, un lugar pensado para el hedonismo, fachada de un submundo de tecnófobos que luchaban por destronar a aquellos nobles con apariencia de máquinas, recubiertas de piel humana muy bien tallada, que daba aspecto de un joven matrimonio sin hijos, deseoso de que llegase su descendencia.

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