jueves, 23 de julio de 2009

El regreso de la mujer florero

Cada día que pasa y me adentro más en estos mundos cibernéticos y de redes sociales quedo más sorprendido y decepcionado, por no hablar de mi sensación de asco y vómito cuando veo cómo la mujer va perdiendo todo lo logrado a lo largo de generaciones. Tras muchísimas charlas de un sólo rato porque no dejan más oportunidad, tras visitar miles de perfiles, tras salir a la calle y hablar, tras escuchar a muchísimas mujeres, veo con la mayor de las tristezas que ha renacido la mujer florero, ese adorno de todo caballero que sólo sirve como un complemento más, como el Rolex, los gemelos o la pluma Mont Blanc de edición limitada o fabricada en exclusiva. Esta mujer, que cada vez es más imitada, sólo se acerca si huele los billetes de 500 euros a pares, el hombre es una víctima de la moda y su cuerpo está moldeado a base de esteroides y gimnasio(el orden no es baladí ni aleatorio). Es decir, toda esa lucha por la igualdad, todas esas mujeres que murieron luchando por tener igualdad de derechos han sido olvidadas, mancilladas por niñas monas no tan niñas, pues más de una de ellas puede sobrepasar los treinta años de edad, a las que sólo les importa aparentar y ser un complemento, pasándose por el arco del triunfo sentimientos, logros, éxitos, fracasos o luchas para que la mujer esté donde le corresponde. No sé a dónde estamos llegando, no lo sé. Cada día que amanece damos un paso atrás en derechos. Volvemos a la sociedad donde la mujer debía quedarse en casa, pues esta mujer florero aspira a ser mantenida por un tío que esté podrido de dinero que posea una mansión de verano y otra de invierno. Me entristece ver cómo nadie hace nada, cómo el machismo vuelve a triunfar por culpa de la mujer. Desde mi punto de vista, resulta intolerable que se hable de igualdad, cuando no se quiere educar en ella. Déjense de miembros y miembras, jóvenes y jóvenas o tonterías por el estilo. Dedíquense a salvar a la mujer, sus derechos y méritos logrados. No necesitamos volver a los tiempos en los que la vida de una mujer valía la mitad que la de un hombre, ni a plantear si tiene alma o no. Quede claro, de una vez por todas, que una mujer antes que nada es una persona, no un adorno. Ya está bien de estos retrocesos.

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