domingo, 11 de enero de 2009

Coleccionables

Como cada año, la tradición de los coleccionables inunda los kioscos y sitios de venta de prensa. Mil historias inservibles, cacharros cuya utilidad es inimaginable o cursos que no se sabe muy bien para qué sirven. Lugares inundados por cartones de gran tamaño a precios reducidos en esas entregas número uno, pero que después supone un gran desembolso de dinero. Yo soy de esos que suele hacer uno o dos coleccionables al año, dependiendo de lo interesante que sea el producto ofertado, o sea un capricho, como mi copia autentificada del Beato de Liébana, aunque pienso que hay sobresaturación de estos productos. Los primeros días de entregas de fascículos se convierten en un auténtico suplicio, sorteando cartones, y suele ser el único tema de conversación en el kiosco y lugar de venta de prensa, unas veces con mayor filosofía. Otros con menos. Pero en definitiva, otra tradición más. No sé qué sería de los princios de curso o de año sin esos desembarcos de fascículos, coleccionables o detalles de ese tipo. Eso sí, rogaría, como consumidor y usuario, que los cartones fuesen más pequeños. Contribuyamos en algo para evitar el cambio climático.

4 comentarios:

  1. llo colesiono to los espam que me metes cada bes que hentro hen tu pajina, kitalos lla omvre as el fabor, vuenas perras te heztaras zacando a mi costa pajaro

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  2. Pos no entres, capullo... Que me sobras desde hace tiempo.

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  3. Y como te despistes y no lo reserves, te quedas sin el siguiente fascículo. Saludos

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  4. Reservados están los de este año...
    Besos. Gracias por tu visita.

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