sábado, 8 de noviembre de 2008

Saliendo del campo de batalla

U
na batalla más en nombre del Emperador. Perdidos en un planeta del cual apenas recordamos el nombre, regresamos por aire al campamento base, los que hemos podido sobrevivir a tan cruenta masacre. Atrás quedaron amigos, hermanos y yo me planteo qué hago aquí. Sentado en dos sillones veo los ojos de mis compañeros de compañía, ausentes, en un silencio cuya ruptura podría ser tratada de herejía más grande si cabe que la de Horus. Bañado en sudor y sangre me digo que no quiero más guerras, que estoy cansado de esta guerra eterna que asola la galaxia. Apenas me atrevo a confesar esto en mis escritos, puesto que los comisarios ejecutan a quiénes no quieren luchar. Para ellos defender la fe del Emperador es lo único válido. ¿Por qué? ¿Por qué tengo que luchar por un cadáver putrefacto que lleva 10000 años en descomposición? ¿Por qué debo apoyar al Caos si no apoyo la guerra del Imperio? Las preguntas me asaltan una y otra vez, devorándome cruelmente, puesto que no me atrevo a confesarlas, por miedo a ser ejecutado sumariamente. A mí nadie me preguntó si quería combatir, y aquí estoy, a miles de años luz de mi casa, junto a otros soldados que seguro que pensarán como yo. ¿Cuándo cesará esto?

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