domingo, 20 de julio de 2008

La felicidad

Ayer hice feliz a una persona con tan sólo un pequeño detalle. Hace unas semanas, coincidía en el autobús con dos amigas y el novio de una de ellas, a quien considero también amigo. Cada cual iba a un asunto diferente, pero compartíamos trayecto, cargado de risas, momentos y relajación. En ese viaje se perdieron unos dibujos que el conductor encontró y me devolvió, pese a que no eran míos, ya que se trataba de la obra de una de las chicas que compartió aquel divertido trayecto. Desde el momento que recibí aquellos trabajos viajaron conmigo en mi bolso, y allí se mantuvieron hasta ayer, que coincidí con su propietaria y autora. Imposible me resulta describir esa expresión de felicidad en su cara, y la energía que transmitía al reencontrarse con aquellos bocetos que tanto apreciaba. Eso me hizo meditar sobre la facilidad de ser feliz y hacer que el resto lo sea. Con las cosas más sencillas e insignificantes se logran las más altas cuotas de buenos sentimientos y buenas acciones. Sin embargo, todavía me pregunto por qué resulta tan difícil conseguir esto, o hacer daño de forma voluntaria, cuando estas acciones no dejan un buen sabor de boca ni son justificadas de ninguna forma posible.

4 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo. Si muestras felicidad, estás sembrando una semilla que sin duda germinará.

    Celebro coincidir contigo en el tema de las olimpiadas. Un abrazo.

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  2. Eso espero, Kikelín... Lo de las olimpiadas es algo de sentido común. Todavía me pregunto por qué se celebran en China.
    Un abrazo.

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  3. y todo retorna además....buen rollo atrae buen rollo.
    Siempre creí en las energías y ...esto es algo que las recarga. Comparo mi cara y la de mi rubio con la de mis vecinos y es...tan diferente.
    Con lo fácil que es regalar sonrisas, gestos, palabras amables. Todo esto es bien para uno mismo y para los demás.

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  4. Efectivamente, tenblog. Llevas toda la razón...

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