martes, 11 de octubre de 2011

Un par de días de órdagos, pitos y cerdos

La semana pasada, tras muchísimos años de espera, comencé a conocer el apasionante mundo que del Mus, un juego con cartas, que no de cartas. De la mano de uno de mis lectores y por supuesto amigo de años, Rafa, di mis primeros envites, lancé órdagos y traté a los reyes como cerdos, entre risas, bromas, mentiras y verdades obligadas cuando se ponen las cartas sobre la mesa. Resulta interesante la mecánica de este juego español tan desconocido para el público en general, pero no por ello aburrido y monótono. Su lenguaje especial para las cartas, la forma de desarrollar las partidas y todo lo que lo rodea me resultan tan interesantes que no puedo ni debo dejar de recomendar que se conozca. Extraño en cuanto a verdades y mentiras, de boca se puede decir o que venga en gana, aunque en otros momentos es obligado hablar con sinceridad. A pesar de tener cartas en la mesa, en las partidas dejan de ser importantes, ya que hay que estar atentos a rivales y compañeros, para poder comunicar nuestra estrategia sin que sea descubierta. A pesar de todo, poco puedo escribir más sobre este apasionante juego, al cual espero dedicarle más líneas cuando el tiempo y la experiencia me permitan hacerlo.

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