martes, 5 de abril de 2011

Decencia y política

Que José Luís Rodríguez Zapatero tiene un nivel de vergüenza tan discutible como su concepto de nación es algo que ha quedado demostrado este fin de semana al desvelar que no se va a presentar como candidato a la reelección . Por fin ha tenido la osadía de mostrar su verdadera cara, que no es otra que la de un adicto al poder que se ha acomodado y apalancado en un sillón que se cree propio, olvidando que vivimos en Democracia y que lo mejor que ha hecho desde que resultó elegido es irse. Aún así, le falta decencia y le sobra cinismo al no disolver las cortes para un adelanto en las elecciones generales, y agotar una legislatura que está arruinando a España, el país del cual no quiere pronunciar su nombre, aunque ahora insista en ello y suene al peloteo más servil. Si Zapatero fuese un hombre coherente, debería evitar que el PSOE se descalabrase aún más si cabe, demostrando su lealtad hacia militantes y compañeros de partido. Pero no, nuestro Presidente no sólo se cree un iluminado, sino que asegura estar haciéndolo bien. Y no, no es así. La está cagando a base de bien. Está convirtiendo a la nación en un solar sin valor, sin respeto y sin valoración internacional. Por eso, aplaudo que se vaya, pero ruego que sea honrado y dimita de todos los cargos que tiene. España no puede soportar más tiempo a un incompetente como él.

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