martes, 26 de abril de 2011

Capitalismo impuesto

Que a los políticos el pueblo que les vota les importa poco o nada es un hecho evidente que se ve cuando aceptan las leyes del mercado y prefieren sucumbir a los mandatos de la Banca y sus normas leoninas, abusivas y hasta delictivas. Hundido el capitalismo, se niegan a ver otras opciones más viables, destacando las negatividades del comunismo, como si fuese la única forma de cambiarlo todo en un fanatismo tan absurdo como irreal o ilógico. Tercos, obstinados, se empeñan en resucitar el capitalismo salvaje, esa jungla donde los débiles y pobres con pocos recursos o carentes de ellos son el alimento de los ricos y poderosos, y cuyo derecho a cualquier cosa que no sea ser explotado de todas las formas habidas y por haber es opinable. Pero lo peor no es que la clase política nos tenga abandonados, sino que sea la propia sociedad la que se deja vapulear como le viene en gana, aceptando sumisamente lo que mandan desde arriba. ¿Dónde quedan esas luchas por los derechos propios? ¿Dónde están las alternativas reales a los abusos? Creo que confiamos demasiado en nuestros representantes, que nos dicen lo qué debemos pensar, cómo debemos actuar y cuáles deben ser nuestras directrices, sin preguntar cuáles son nuestras necesidades reales, puesto que sólo piensan en el dinero y el poder, eso que corrompe a la Humanidad.

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