martes, 31 de agosto de 2010

Aeropuerto sevillano

Tras mi estancia en París, por segunda vez en mi vida, regresamos a tomar el pulso a la actualidad y los más dispares asuntos, entre los cuales quiero hablar del Aeropuerto de San Pablo y su normativa. Una vez adquiridos los billetes de avión, y viendo que se nos exigía estar a las 5 de la mañana para la facturación, pues éste salía a las 7, decidimos hacer noche en el aeródromo, para evitar colas y tensiones de última hora. Entre unas cosas y otras, cena a base de bocadillos y revisar la maleta para evitar llevar objetos prohibidos, el personal de seguridad se encargó de informarnos que el aeropuerto debía cerrar sus puertas al público, algo que dejaría perplejos a todos los que aguardábamos en su interior, y sin posibilidad de hacer nada que no fuese aburrirse o morir de asco, pues no había posibilidad de resguardarnos en la cafetería o acudir a otro sitio mientras volvía a abrir sus puertas. Inconcebible, incomprensible e inexplicable. Sinceramente, no entiendo por qué el alcalde de Sevilla presume de ciudad cuando sus servicios dejan mucho que desear, y su aeropuerto se convierte en uno de tercera división regional al hacer este desprecio a las personas que aguardan allí. Tal como hablé con un matrimonio, denuncio públicamente este hecho, porque no es de recibo que los caprichos de un regidor megalómano dejen en la estacada a los ciudadanos que esperan comenzar sus vacaciones, sin saber qué hacer el resto de la noche, mientras esperan, en mitad de la nada para poder regresar a la terminal.

2 comentarios:

  1. Discrepo.
    Para el aeropuerto de Sevilla no tengo más que palabras de agradecimiento por el buen trato recibido. Después de permitirnos reposar cómodamente en los asientos habilitados a tal efecto, tuvieron la precaución de impedir nuestro sueño, pero por nuestro bien, ya que cada 20 minutos sonaba un mensaje recordándonos que no descuidáramos nuestras pertenencias. Luego nos invitaron a salir a cosa de las dos de la mañana para invitarnos a conocer las instalaciones exteriores. Allí pudimos acomodarnos en la hierba a nuestras anchas, como si de un picnic nocturno se tratase, y como era una noche calurosa, nos encendieron los aspersores con la evidente intención de refrescarnos y hacernos más grata nuestra estancia. Con ello consiguieron que no pegáramos ojo en toda la noche y así poder vigilar convenientemente nuestros equipajes. Además todo esto propició que trabáramos amistad con una pareja muy simpática que volaban a París. Por ello quiero dar las gracias al aeropuerto de Sevilla y a todos sus pilotos.

    ResponderEliminar
  2. Yo también tengo palabras de agradecimiento para el personal que allí trabajan, bien lo sabes, tal como hablamos, Elevalunas, y tuvimos mucha suerte de compartir con vosotros los momentos vividos aquella noche. Pero me pongo en el lugar de otras personas que no tuviesen nuestra suerte... En fin, un principio de vacaciones que las hizo diferentes. Queda esa cerveza pendiente. Un abrazo.

    ResponderEliminar

Tu opinión es importante