martes, 19 de octubre de 2010

Valores que se pierden

De siempre he pensado que esta sociedad es decadente y está tan exenta de valores como sobrada de oportunismo y corrupción en todos los sentidos. Aún así, el nivel de declive actual no deja de sorprenderme, pues lejos de envidiar las virtudes del resto, sólo se quieren como propias las virtudes materiales como el físico, el dinero y el poder. Cuando hace años preguntaba a uno de mis maestros que dónde quedaban las buenas formas y el respeto, éste me respondía, en un alarde de progresía, que eran inútiles aquellos comportamientos del régimen anterior, lo cual me dejaba tan estupefacto como asombrado, pues nunca logré entender que saber comportarse y respetar, valga la redundancia, fuese una absurda moda a desterrar porque vivíamos en Democracia. A pesar de no considerarme conservador, no soy progresista, porque creo que ciertas conductas nunca sobran, y debemos defender nuestras tradiciones, pues son la herencia de nuestros ancestros. Rechazar las raíces, destruirlas y repudiarlas hacen de esta sociedad un mundo extremadamente hedonista que sólo busca, desea y anhela lo efímero, en una superficialidad constante de felicidad y sonrisa tan falsa como forzada o hipócrita. Pero lo peor no es eso, sino la transformación en el reflejo de lo narrado en la novela de Aldous Huxley Un mundo Feliz.

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