sábado, 24 de julio de 2010

El Último Nibelungo

Pocos conocen la historia que os voy a relatar, porque ya nadie queda de aquellos que la vivieron, de aquellos que la relataron, porque ya nadie quiere recordar aquellos tiempos donde los dioses caminaban junto a los mortales y aconsejaban a éstos. Un tiempo donde se forjaron muchos héroes y nacieron muchas leyendas, unas leyendas que para mí sólo son recuerdos del pasado, un tiempo tan lejano como el que llevo vagando por estos lugares.
En aquella época, cuando dioses y mortales eran jóvenes, yo no era más que un anciano que observaba el devenir del destino, protegiendo el legado de mi pueblo junto a los Dragones Guardianes de Nuestro Tesoro. Generaciones enteras transcurrieron sin ser perturbadas ni notar nuestra presencia. El Trono de los Dioses fue ocupado por muchos antes que el Gran Odín, un valeroso guerrero al que divinizarían junto a otros valerosos soldados. Hasta que llegó aquel al que llamaron Siegfried, Sigrfido, el humano que osó desafiar a todo un pueblo, toda una civilización. Mucho se ha contado sobre su gesta, mas nadie recuerda que no fue así. Todos olvidaron que el Anillo terminó de corromper lo que la sangre del Dragón pudrió. Todos olvidaron, salvo yo, Nabalungo, el Último de los Nibelungos...

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