lunes, 17 de mayo de 2010

Simpatía

Nada cerca de ver la simpatía con la forma de ser agradable de gentes y personas cuando se habla de ser simpático, estamos refiriéndonos a quien es capaz de entrar en sintonía con el sentir del prójimo, comprendiendo entendiendo y siendo capaz de saber sus motivaciones. Empatía lo llamarían otros, siendo la antipatía la carencia de todo lo anterior. En más de una ocasión se nos exige desde la sociedad comprensión hacia el resto, mas ésta no es devuelta, se recrimina cuando no se es capaz de dar, bien sea porque la capacidad empática esté harto sobrepasada, bien sea porque no se sepa, o bien en el caso de no querer hacerlo. Ser simpático, simpática no es nada fácil, todo lo contrario que actuar de forma agradable, ya que requiere un esfuerzo innato que exige observar más allá de egocentrismos que actúan como cortinas de humo para con el resto. Con más frecuencia de la que debería, noto cómo el ostracismo y el egoísmo devoran a la simpatía, construyendo un mundo donde sentir hacia el resto es algo absurdo y hacerlo de forma individual y egoísta un deber ineludible, una triste obligación de un mundo, una sociedad podría y sin ética, donde sólo importa estética y apariencia, mucho más que ser. Un entorno carente de valores que nos humanicen y lleno de referencias a la idolatría material que representa el dinero y sus excesos.

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