martes, 6 de abril de 2010

Semana Santa

Cuando sólo han pasado tres días desde que la Semana Santa ha terminado, cuando aún se respira en el ambiente el olor a incienso, el eco de las bandas de música aún resuena en mis oídos y la cera de las velas aún no se ha diluido del asfalto, desearía recrearme en los momentos vividos, a pensar en la Tradición colectiva, y en la mía particular, totalmente alterada este año por motivos ajenos a mi voluntad. Al margen de agnosticismos, ateísmos irreverentes e irrespetuosos que adoran dar la nota insultando las creencias del resto, o capullitos capillitas que convierten la Semana de Pasión en un integrismo cofrade, vivir estos días de Penitencia se ha convertido en un sentir íntimo que se ha venido repitiendo de la misma forma, año tras año, invariable, imperturbable desde 1998 hasta hace unos días, que algo cambió. Enfrentarme de cerca a la salida una de las procesiones, verla a escasos metros en un respetuoso silencio que se hacía al abrirse las puertas del Templo, cuando antes me resultaba imposible hacerlo, por la cantidad de personas que año tras año se agolpan allí, produce sensaciones que la palabra no puede describir, y que de hacerlo, quedarían en el interior por su intimidad. Podría, también, hablar de la historia de los escultores, de las Hermandades, pero no soy docto en la materia, ni pretendo serlo. Sólo me dejo llevar por esa mezcla de sentimientos, de respeto que en más de una ocasión se ve como imposición, porque puede ser verdad que nos obliguen a hacer o ver algo que no gusta, pero creo que en estos días, al margen de imágenes, procesiones o diferentes representaciones y visiones de un mismo Dios, debe quedar el recogimiento, la meditación, el sentir popular y el respeto por los demás y sus creencias. Porque no es fácil ver más allá de la puesta en escena y entender la profunda carga espiritual que la Semana Santa tiene. Se cree que sólo es cristiana y/o católica, pero no. Es más que eso, pero eso jamás lo explicarán, porque siempre estarán más ocupados tratando de adornar al Cristo o la Virgen que entendiendo la importancia de la espiritualidad colectiva y personal.

3 comentarios:

  1. Al margen de agnosticismos, ateísmos irreverentes e irrespetuosos que adoran dar la nota insultando las creencias del resto

    Vamos a ver... yo trabajo en una consulta haciendo fisioterapia en ella o bien voy a domicilios, con lo cual me desplazo por la ciudad. Suelen ser pacientes que no se pueden mover, con lo cual el trabajo es bastante duro. Súmale a esto mi trabajo de las mañanas, créeme si te digo que acabo muy cansada.

    Bueno, pues el martes pasado y el miércoles volví a casa más tarde de lo habitual, es decir, a las ONCE de la noche. Y todo porque el centro de mi ciudad estaba cortado debido a las procesiones de Semana Santa.

    Creo que aquí la nota la dan los creyentes que, escudándose en una tradición, no me dejan realizar bien mi trabajo. Mira, que lo hagan en los días de fiesta, me importa un huevo, con no pasar por ahí arreglado (aunque la ciudad también es mía, pero me adapto, fíjate), pero eso de que me tenga (literalmente) que joder por las procesiones....

    Y si, soy agnóstica, y a mucha honra.

    Besicos

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  2. Esta Semana Santa la he pasado un poco ausente en contra de lo que es mi afición y pasión, ya que men encanta ver esta explosión de arte,religiosidad y fervor popular, que en una puesta en escena sublime del sentir de un pueblo da lugar a tantas cosas bellas(imaginería, bordados, etc)y buenas para la ciudad(turismo, hostelería, etc) que tan positivas son para la crisis que padecemos, así al menos mucha gente puede trabajar y otras podemos confiar en algo mejor que los impresentables que tenemos todos los días en los telediarios y gobernantes. Pues durante todo el año los católicos también soportamos con estoicismo las fiestas de forofos del fútbol hacen cada 2*3, botellonas,barriladas por los motivos más triviales, concentraciones por ver no sé que cantante o peor aún ERE,pitadas,vómitos, niñatos canis con música a todo volumen, etc y todo sin un ápice de arte o respeto por los demás, donde se intenta hacer el máximo ruido y conductas incívicas con el propósito de molestar cmo sea al mayor número de gente, esto si que es joder y sin posibilidad de adaptarnos, o disculpas por parte de los ruidosos o gamberros de turno.

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  3. Como bien dije, querida Belén, hablaba de agnosticismo y ateísmo irreverente, y de integrismo cofrade. Jamás insulté a las creencias del resto. Es cierto que no es nada cómodo tardar más de la cuenta pos las procesiones, y a veces desesperante, pero es una vez al año. Y yo prefiero que me corten las calles por eso que no por un desfile militar u otro motivo más trivial.
    Besicos.

    Querida Macu, bien sabes que esos momentos de los que hablo han sido vividos en tu agradable compañía, y sabes que ha sido especial para mí en todos los sentidos. Ya sabes cuánto me molestan, por ejemplo esos macrobotellones o los canis con sus móviles que parecen radiocassettes de nuestra adolescencia, por ilustrar con un par de ejemplos.
    Besos.
    A pesar de opinar de forma diferente, ambas tenéis razón.

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