sábado, 13 de marzo de 2010

Ultimo rayo

Cualquier lugar del Universo, en un futuro extremadamente lejano.

Los cálculos de los científicos habían sido más inexactos de lo qué cabría esperar. El Sol de aquel sistema estallaría, y el cuarto planeta desde su posición, el único con vida animal, dejaría de existir tal y como era conocido. Sus habitantes sucumbirían al frío intenso que supone la extinción de una estrella, la que les daba la vida. Los más poderosos hace tiempo que habían huido hacia otros lares, otras galaxias en las cuales empezarían de cero, como colonos de un territorio desconocido, hostil quizá. Se salvarían. Única y exclusivamente quienes tenían dinero. El resto fue condenado a muerte por la clase política, corrupta y sin escrúpulos, pues sólo favorecían a quienes lograban sobrevivir en aquella sociedad donde los más débiles carecían siquiera del derecho a la vida, que debía ser comprado a los señores feudales de cada región, y que decidían si venderlo o no. Los científicos habían decidido no abandonar el planeta, en un suicidio colectivo pactado, porque se sentían identificados con las clases y castas más inferiores. Su opción había sido muy meditada y consensuada. Para ellos cualquier otra vida carecía de interés o importancia. Sabían que esos rayos eran los últimos, que el devenir de las horas sería definitivo, y no habría un nuevo amanecer.Pero eso no les hizo retroceder. Quisieron esperar y contemplar el fin del mundo...

2 comentarios:

  1. Hoy me toca ser el tocapelotas de turno. Normalmente en la muerte de una estrella hay una primera fase expansiva. No llegarían a morirse de frío porque primero se cocerían con la fase expansiva. El planeta entero ardería. Por lo demás gran relato.

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  2. Yo eso no lo sabía, dezaragoza. Por eso te doy las gracias por tu corrección.
    Un abrazo.

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