Cuando no sabes qué decir, pero debes hacerlo

El número de mujeres muertas en España a manos de sus parejas o ex parejas se eleva ya a 38. Vergonzoso. Cada vez me resulta más difícil escribir sobre este tema, esta lacra, sin repetirme o caer en los tópicos. Cada vez que una mujer muere víctima de uno de esos machos que distan mucho de ser hombres, mi interior se revuelve, mi lógica desaparece y me pregunto por qué. ¿Por qué no se aceptan las rupturas? Una vez, otra, y otra. Unas palabras repetidas hasta la saciedad y el hastío, una condena tras otra, una columna que siempre pide y exige lo mismo, y un hombre harto de esto, yo. Harto de esa normalidad que precede al asesinato, y de esa falta de conciencia, de ver cómo nadie hace nada, o de que la ley diga que para separarse por la vía rápida se deba retirar la denuncia. También estoy cansado de que mancillen el nombre del amor con actitudes posesivas y piensen que la mujer es un objeto como el televisor, la silla o el móvil. Es necesario concienciar y enseñar que el amor es entrega y no posesión, que nadie pertenece a nadie y que cuando algo se acaba, se acaba, y hay que aceptarlo. No podemos tolerar ni olvidar que rara es la semana que algo cuya definición no logro encontrar decide acabar con la vida de una mujer porque dejó de amarlo. Ya está bien. Ya está bien.