martes, 31 de marzo de 2009

Juego de niños


Lejos de recordar este mítico programa de televisión en el cual se ofrecían gallifantes como premios, quiero hablar del comportamiento de los niños, al imitar a los adultos. Hace unos días venía en la prensa escrita un artículo que hablaba de niños de la inmediata posguerra civil, que jugaban a fusilar a aquellos perdedores de la contienda, cuando se negaban a proferir el grito de ¡Viva España!. Si bien no me chocó el artículo, ya que sólo era una noticia a pie de página, la foto, supongo y quiero creer que es real, helaba mi sangre y me preguntaba, como Charlton Heston en El Planeta de los Simios, qué habíamos hecho. Unos niños, inocentes por su edad, y jugaban a matar, lejos de esas batallas de piedras o palos. Estaban imitando juicios sumarísimos, sin saberlo, en los cuales podrían haber sido asesinados miles de inocentes, porque veían cómo los adultos se llevaban a los rojos y republicanos. No puedo estar más indignado con esta actitud humana, y sentir vergüenza de llamarme ser civilizado. ¿Acaso un niño debe trivializar con algo tan serio? ¿Acaso un niño debe ver con buenos ojos que a su vecino, a su vecina lo mataban por ser diferente o pensar distinto? Los niños son niños, y no deben ser adoctrinados en el odio y la intolerancia. Basta de demagogias y falsas palabras.

4 comentarios:

  1. Pues puedes ir un poco más lejos para ver cómo secuestran niños/ as para ir a las guerras destrozándoles el resto de la vida. Así que... es lo que hay.

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  2. Dice Lluis Llach que cuando un niño empuña un arma es el adulto quien está detrás.


    Te recomiendo la película Y BUDA EXPLOTÓ POR VERGUENZA
    sólo la encontrarás en Ares.

    un saludo

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  3. Los niños siempre acaban haciendo lo que ven en sus mayores, a mi se me habría caído la cara de vergüenza...

    Besicos

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  4. Es otro tema delicado, dezaragoza...
    Creo que lo toqué hace un tiempito...
    Un abrazo.

    No le falta razón al señor Llach, genetticca...

    A mí a veces me da vergüenza considerarme humano, querida Belén y por supuesto llamarme civilizado...
    Besicos

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