miércoles, 20 de agosto de 2008

Decepciones varias

Cuando se vierten mentiras continuadas se corre el riesgo de que esas mentiras destruyan la reputación y la credibilidad de aquellas personas que abren la boca para aparentar, de cara a la galería. El otro día escuché a alguien decepcionado y dolido, renegando de las que habían sido sus ideas políticas durante años. Hablaba mal de aquel representante que siempre admiró, y me relataba su decepción porque se sentía traicionado. Es triste, desolador, diría yo que la clase política piense más en su propio interés personal, económico y social, olvidando a aquellos y aquellas que creen en ellos, y que sienten que se burlan de sus emociones y sentimientos. No sé si algún día cambiará esto, pero mientras lo hace, los gobernantes no merecerán jamás al pueblo que los votan. Deberían aprender y escuchar a quiénes están ahí, al pie del cañón, dando la cara por ellos y ellas, mientras caen en el olvido por parte de éstos. Es necesario que exista ética política, y que sea de obligado cumplimiento. La política no sólo es gobernar o hacer oposición. Es escuchar a simpatizante, militantes y ciudadanía en general, pero eso ya sabemos que es casi imposible en el ser humano, egocéntrico, egoísta y cruel.

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