sábado, 26 de abril de 2008
El poder de una palabra
No son pocas las veces que pienso que deberíamos pensar las cosas antes de hablar, ya que no es la primera vez que unas palabras dichas pueden hacer un daño irreparable, pues el contenido de las mismas puede ser demoledor. No somos capaces de medir aquello que decimos o expresamos, y cuando nos damos cuenta, puede resultar demasiado tarde para rectificar o dar un paso atrás. Hace algún tiempo, en aquella miniserie de Los Viajes de Gulliver (aún tengo pendiente el libro, desde hace años) protagonizada por Ted Danson, hablaba de los caballos, y de la costumbre que tenían de permanecer en silencio cuando se encontraban frente a frente. Decía que aprendió muchísimo de ellos. Eso me hizo reflexionar, y tomar como costumbre esa tradición, evitando soltar una impertinencia. Quizá, si el ser humano fuese más reflexivo antes de hablar, muchos de los males que nos asolan serían evitados, y ese ¿Por qué no te callas? tan famoso no sería noticia. A veces es bueno hablar, obligado, diría yo, pero otras veces es mejor dejar paso al silencio para expresarnos.
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