sábado, 31 de mayo de 2008
Este es el relato que dió origen a una novela incompleta desde hace años: Vampiros'92
Cuando llegamos al recinto, estaba abarrotado, y era casi imposible ver bien el escenario, con la pantalla Jumbotron, una gigantesca televisión que emitía vídeos musicales para no aburrir a la audiencia y al público que se congregaba, algo difícil sabiendo que se va a disfrutar de un buen concierto. Nosotros fuimos a cenar, ya que todavía había tiempo, a un restaurante mexicano, donde pedimos cosas nada típicas de las franquicias de comida rápida que imitaban el estilo azteca, donde hablábamos de nuestro futuro tan prometedor y feliz. Tras haber pagado, y mientras dábamos un paseo, nos incorporamos a la multitud, animada por la programación de los 40 principales y los video-jockeys que amenizaban el evento. A la hora puntual fueron anunciados y recibidos con auténticas ovaciones. Unas potentes guitarras eléctricas serían la mejor forma de comenzar un espectáculo, lleno de luces y buena música, que hacía vibrar y botar a la marea humana congregada, que jamás imaginaría lo que sucedería minutos más tarde de empezar la primera canción. Bailaba de espaldas a todo el mundo, y mirando a los ojos a mi pareja, sin importarme nada más que no fuese ella, pero algo cambió. Su mirada se transformó en puro terror, y un grito de pánico surgió de lo más profundo de su garganta. Volví la vista para comprobar qué era aquello que no sólo a ella había asustado, ya que no era la única en gritar. La música había dejado de sonar, y el escenario y la pantalla ofrecían un dantesco espectáculo de mutilación y sangre, causado por unos monstruos semejantes a las gárgolas de Arthur Rachkam o la serie de dibujos animados. Sobre los hombros tenían una cabeza de reptil, en un cuerpo humano, cuyos pies eran garras de águila que volaban gracias a unas alas de murciélago. Vestían uniformes de guerreros medievales y portaban tridentes con los que infundían más terror del que sólo con la mirada eran capaces de lograr. Con extremada facilidad descendían hacia la gente, que corría presa del pánico, para llevárselas, una a a una. Apenas se veía el cielo, cubierto por aquellos seres fantasmagóricos, que me arrancarían a Silvia de mis brazos, pese a la fuerza con la que la tenía abrazada, y que también me aprisionarían a mí, sin que pudiese hacer nada, ya que las fuerzas me fallaban.
Desperté en una gran mansión, a la que ignoraba cómo había llegado, sentado en un sillón de estilo barroco. Me levanté y pude observar la sensación de claustrofobia que allí se respiraba, con las ventanas tapadas, y una iluminación extremadamente artificial. Era imposible abandonar el recinto, totalmente vigilado por inmensos guardias vestidos de smoking negro. La amplia superficie del salón contrastaba con la sensación que se respiraba, lo que me hizo querer investigar para tratar de localizar a Silvia. Imaginaba que podría estar allí. Era uno de esos presentimientos que solía tener de vez en cuando, y que me llevaban a mirar donde no debía. Fue la segunda vez que me vi obligado a apartar la vista, ya que me encontré con un guardián que bebía la sangre de una atractiva joven. Aquello era una guarida de vampiros, y era urgente encontrar a mi novia, para salir de allí. no tardé en dar con su paradero, pues aunque grande, el salón aunque no tenía muchos recovecos. Desgraciadamente, ya no podía hacer nada por ella. Yacía , sin vida, en una cama, envuelta en un charco de sangre, desnuda. Me arrodillé. Besé su cabello. Lloré. Grité. La abracé. Me levanté, dejándola caer. Me dí la vuelta. Con firme paso avancé en busca de uno de aquellos vampiros, para agredirle. Estaba cargado de odio. Sólo con mis manos le agredí con una inusitada fuerza, que no le derribaba por más que le golpeaba, a la vez que me mostraba sus largos colmillos, tratando de asustarme, pero no lo conseguía. No sentía miedo. Odiaba. Mi sentimiento sólo era de odio y venganza. Lucharía con todas mis fuerzas. Nada me importaba salvo saciar mi sed de sangre. En aquellos momentos sólo me diferenciaba de los vampiros en la mortalidad. Mientras que ellos poblarían eternamente la Tierra, yo sabía que tenía mis días contados, y por eso no me importaba lo qué pasaría después. Con una crueldad jamás vista antes, y armado con una espada corta medieval japonesa, acababa con los señores de la noche, uno a uno, sin importarme nada. Sus cabezas se separaban fácilmente de sus fornidos cuerpos, pero eso no me calmaba. Tan sólo aumentaba mi furia asesina. En ese momento volví a tomar consciencia de quién era, y en lo qué me había transformado. Y aquello no le gustaría a Silvia. Caí de rodillas. Volví a llorar. Me dí cuenta de lo inútil que había sido la masacre. Nada me la devolvería. (A partir de aquí, ya no se me ocurrió el final de la historia, por lo que improvisaré algo ahora, para no dejar mal sabor de boca, espero) Sonó el despertador. Miré a mi lado y estaba ella. Había sido una pesadilla, o eso creía, porque aquella cama barroca no era la de nuestro apartamento...
viernes, 30 de mayo de 2008
La embriaguez del poder y la fama
En estos días, estoy asistiendo a las más vergonzosas acuaciones por parte de varias personas conocidas en diferentes ámbitos. Por una parte, está el locutor Federico Jiménez-Losantos, locutor que trabaja en la COPE, y cuya experta verborrea es empleada para proferir los peores insultos y acusaciones a quién no es de su agrado. Un perodista, licenciado con una tesina sobresaliente que ha olvidado que la opinión es una cosa, y la información otra, que jamás deben mezclarse. Acostumbrado a que nadie le levante la voz, se ha topado con alguien que sí lo ha hecho. A mí no corresponde hacer valoraciones sobre el caso, pues no entiendo de esas cosas, ni soy periodista o analista político.
En otro orden de cosas, está la famosa bióloga Ana García Obregón, alguien a quien respetaba y admiraba, hasta que ví capaz de ordenar una paliza a un informador, con opiniones cargadas de homofobia y otros odios. Resulta sorprendente la impunidad con la que estos personajes y personas son capaces de actuar, creyéndose por encima del bien y del mal, pues esa popularidad, fama y falta de anonimato les repercute pingües beneficios económicos que les permite pagar excelentes abogados y abogadas para su defensa, mientras el resto de la sociedad, anónima, asiste atónita a las tonterías y caprichos que los propietarios de los medios quieren programar, para distraer la atención de otras cosas más importantes, como la crisis económica, o el gesto humano de Francisco Hernando, más conocido como Paco el Pocero, que ha prestado uno de sus aviones privados para trasladar a una joven que permanece aislada porque cualquier contacto con el exterior puede suponer su muerte, a causa de una alergia ocasionada por la manipulación de productos químicos. Y eso no lo nombran ni los buscadores. Es lo que digo siempre. Hace falta humanidad y respeto.
jueves, 29 de mayo de 2008
Sobre religión, creencias y otras herejías
miércoles, 28 de mayo de 2008
Mercaderes de la cultura
martes, 27 de mayo de 2008
Intrusismo profesional
lunes, 26 de mayo de 2008
Da qué pensar
Hoy he escuchado un comentario que me ha hecho reflexionar durante horas, por lo grave de la situación. Una niña con 15 años, que empieza a descubrir lo qué es salir con un chico, decía que se quería sacar el graduado escolar, o título de la E. S. O., para poder obtener el permiso de conducir, una vez cumpliese la mayoría de edad. Decía que no quería seguir estudiando, porque como tenía novio, no lo necesitaba. Creía extinta esta mentalidad machista, de principios del siglo pasado, en el cual las mujeres dependían en todo de los hombres, por culpa de esa sociedad falócrata que tanto critico y detesto, pero he visto que no es así. Es preocupante, en pleno siglo XXI, que una niña no quiera ser independiente, y que quiera seguir a la sombra del macho que la domina y ata en corto, sin querer evolucionar como persona ni plantearse que una relación dura hasta que termina... Es preocupante este retroceso de mentalidad, cuando se están consiguiendo tantas libertades para la mujer. Deberían hacernos reflexionar estas actitudes tan retrógradas y peligrosas para la igualdad entre hombres y mujeres.
domingo, 25 de mayo de 2008
Día del Orgullo Friki 2008

Ahora y siempre, me siento orgulloso de ser friki, de ser yo mismo, de no ser como el resto. Y sobre todo me siento orgulloso de tener una visión diferente de este mundo, tan enfermo de los nervios, y lleno de frikis que no saben que lo son.
¡VIVA EL CHIKI CHIKI!
P.D.: Algún día dominaremos el mundo...(o no)