Barcelona, primeras horas del día 11 de junio de 1926.
En mi huida de la Sagrada Familia tropecé con alguien, un súbdito árabe llamado Al Burux, que me preguntó que ocasionaba mi espantada. Le expliqué los ruidos de la noche, aquello que había escuchado anteriormente, y el pavor sentido tras los gritos. Fuese lo qué fuese, había logrado descifras mis más profundos terrores, para devolvérmelos magnificados. Fue en aquél momento cuando supe la verdad. En aquella catedral existía un portal entre dos mundos. Nos encontrábamos ante las puertas del Infierno, algo que no deja indiferente a nadie, y menos si sabe que puede franquearlas en cualquier momento, se lo proponga o no... Al Burux relataba que en la cripta existía una piedra roja que exudaba un líquido viscoso, custodiada por un ente del inframundo, cuya presencia sólo era intuida en forma de miedos y terrores indescriptibles e inenarrables.
-¿Cómo combatir a ese demonio? -le preguntaba yo. -Cualquiera que se acerque será víctima de sus más profundos temores, lo cual ya ha acabado con la vida de varias personas, incluida la de Gaudí.
-Olvide el monstruo-me espetó-. Hay que destruir la piedra. Para eso estoy había venido. Esta noche debemos volver a intentarlo.
Nadie sabe qué sucedió aquella noche del 11 de junio de 1926, pues esas fueron las últimas anotaciones en aquel cuaderno encontrado por uno de los trabajadores de la Sagrada Familia, que lo guardó con un extremado celo, y que pasó de generación en generación oculto en una alacena hasta 1986, que lo descubrió una biznieta suya. Aquellos dos hombres fueron olvidados y tragados por el olvido, sin embargo, cuenta la tradición oral que algunas noches de Luna llena se puede adivinar la silueta de un ciudadano árabe en las inmediaciones de la Sagrada Familia, y si se presta atención, podemos escuchar sus advertencias hacia la piedra que late en el interior de la cripta...
sábado, 13 de diciembre de 2008
Alba
Se llama Alba, ahora tiene ocho años, y su caso se dio a conocer a la opinión pública tras una paliza que casi le costó la vida, y cuyas secuelas arrastrará el resto de su vida, pues no fue la única vez que recibió golpes por parte de su madre y el compañero de ésta. Escalofriante la noticia en aquel ya lejano 2006, no dejando de serlo veinticuatro meses después, cuando se celebra el juicio. Si incomprensible me resulta que un macho -distante de ser hombre- mate a una mujer, que una pequeña criatura que empieza a despuntar en los primeros años de su vida deje de ser tratada con el cariño y el afecto que se merece, me parece cuanto menos cruel y por supuesto intolerable. No comprendo cómo se puede aplicar semejante violencia ante una niña indefensa, se me escapa al entendimiento. Soy incapaz de asimilar que se pueda ejercer tanta violencia contra alguien que, durante nueve meses, ha estado en el vientre de su madre, o que permita ésta que otra persona la agreda, dejándola indefensa con su agresor. ¿Dónde está el amor de una madre? ¿Dónde está su instinto? ¿Por qué se actúa de forma tan egoísta? Preguntas sin respuesta, preocupaciones por la crueldad humana, reflexiones de la supuesta civilización de la que tanto gusta presumir...
jueves, 11 de diciembre de 2008
Censuras homófobas
Leía hoy en la prensa que en Italia han censurado la película de vaqueros Brokeback Montain, en un pase televisivo, metiendo la tijera como si en aquellos tiempos pasados y faltos de libertad. La RAI alega que pensaba que era la cinta original, pero a mí me suena a excusa barata. No entiendo esa doble moral, ni ese ataque a las libertades, sobre todo a la sexual. Parece que a los censores de la RAI les resulta ofensivo que dos personas del mismo sexo se acuesten, y no que sea una pareja heterosexual. Esta moral de doble rasero, hipócrita y homófoba pone de manifiesto un conservadurismo que no hace más que crecer en todo el mundo, algo que debería preocuparnos, pues es un paso atrás en lo conquistado a lo largo del tiempo. No en vano, Italia era uno de los focos de avance del fascismo de Mussolini, que parece querer resucitar il cavaliere, Silvio Berlusconi en su mandato, lo cual espero que no consiga, aunque cuente con sus partidarios, que de todo debe haber en la viña del Señor, como diría el refranero popular. Hay que hacer un mundo más tolerante, donde la discriminación por ser diferente sea desterrada, y por eso tenemos la obligación de rechazar de pleno censuras absurdas y sin sentido, como la que la RAI ha hecho en Italia.
martes, 9 de diciembre de 2008
La peor de las muertes es el olvido
Decía Stalin, uno de los más sanguinarios dictadores del mundo, cuyo genocidio fue capaz de ensombrecer a Hitler, que quién se movía en la foto no salía. Manipulador de la historia, no han sido pocos los fotomontajes en los cuales han desaparecido personajes que antaño le brindaron su apoyo, y que por motivos dispares dejaron de hacerlo. Durante esa vergonzosa guerra civil vivida en España, que jamás pondré en mayúsculas por la gravedad de su ignominia, muchos fueron los intelectuales olvidados y asesinados, como Federico García Lorca, cuyo vil crimen y posterior desaparición han sido objeto de polémicas. Todo empieza tras su muerte, sobre la cual dicen las malas lenguas que recibió un tiro por vía rectal, aunque la versión oficial habla de fusilamiento. El régimen dictatorial trató de borrar el lugar de su asesinato y donde fue arrojado su cuerpo, al cual se le negó un funeral. Hoy leía en la prensa que estos sitios son presa de la especulación inmobiliaria, pues parece que la muerte de Federico es algo tan ingrato que quieren borrarlo de los anales de la Historia, como si de la novela de Orwell se tratase. Ese interés en maquillar el pasado demuestra la falta de vergüenza de aquellos que lo pretenden, pues quieren hacer una historia a su antojo, donde todo sea políticamente correcto y se falsee la verdad. ¿Acaso no saben que quién olvida su Historia está condenado a repetirla?
lunes, 8 de diciembre de 2008
Navidades cercanas
Una vez finalizado el Puente de la Constitución, para otros el de la Inmaculada o la Purísima, los adornos que permanecen guardados de un año para otro vuelven a aparecer, para decorar nuestras casas, hogares, negocios... Son los primeros momentos de ese Espíritu Navideño que empieza a invadirnos, a veces lentamente, sin darnos cuenta, otras entrando en nuestras vidas como si de un huracán se tratase. Para mí, personalmente, este año será diferente por los motivos que ya sabéis, acontecidos hace apenas dos meses. Hace años que la Navidad había dejado de tener significado para mí, en parte debido a ese consumismo extremo que obliga a regalar a los seres queridos, y también por la nostalgia de aquellos y aquellas que nos faltan, ya sea por la distancia o por el destino que nos los arrebata cuando más necesitamos de su presencia.
De todas formas, no puedo dejar de pensar que este año he contado y explicado tradiciones navideñas, a pesar de lo contrario que soy a las tradiciones, lo cual no quiere decir que no las respete, pues en eso se basa la tolerancia. Ese es el espíritu que debe reinar, y no el mandato de los grandes almacenes para que nos gastemos el máximo de dinero posible en regalos, comidas y otros menesteres superfluos.
De todas formas, no puedo dejar de pensar que este año he contado y explicado tradiciones navideñas, a pesar de lo contrario que soy a las tradiciones, lo cual no quiere decir que no las respete, pues en eso se basa la tolerancia. Ese es el espíritu que debe reinar, y no el mandato de los grandes almacenes para que nos gastemos el máximo de dinero posible en regalos, comidas y otros menesteres superfluos.
domingo, 7 de diciembre de 2008
SGAE que indemniza
Hace un tiempo, pocos años quizá, la Sociedad General de Autores y Editores denunció a un salón de celebraciones por no pagar el canon correspondiente, presentando como prueba un vídeo grabado de forma ilegal, rechazada por el juez, aunque ellos exigían más de cuarenta mil euros como compensación. Si bien me posiciono en contra de un impuesto que va a manos de una asociación privada que no sabe qué es rendir cuentas de ese gravamen que religiosamente pagamos con cada aparato electrónico que compramos, en ese robo del a presunción de inocencia a la hora de piratear, no puedo dejar de alegrarme porque la Audiencia Nacional obliga a indemnizar a la SGAE con 60000 euros a aquellos que grabó de forma ilegal. No en vano han vulnerado su intimidad y sus datos personales no han sido protegidos, tal como exige la Agencia de protección de datos. Un golpe más a estos supuestos protectores de los derechos de autor, cuyo interés se basa en recaudar de la forma que sea, aunque los cánones que imponen se aproximen al robo, y denuncien a quién se manifieste en su contra y reclamen un modelo diferente de gestión de derechos de autor, así como una alternativa al copyright. Espero que condenas como esta calmen los ánimos de estos recaudadores, parecidos a aquellos lacayos de los señores feudales medievales, aquellos ladrones que saqueaban las casas de los villanos y gente humilde.
Monstruos en la catedral(Segunda parte)
Barcelona, 10 de junio de 1926.
El asfixiante calor estival que se adelanta dando fin a la primavera, once días antes de la llegada del verano me impedía ver con claridad aquellos informes que tenía delante de la mesa. Apenas pocos días después de la muerte del arquitecto Gaudí, los misterios no hacen más que comenzar, pues no ha sido el único fallecido con esa máscara de terror en el rostro.
Todavía guardo en mi mente el aroma embriagador de aquella señora de la alta burguesía barcelonesa, que me rogaba que investigase la muerte de su marido, preguntándome aún por qué acudió a mi despacho. Hace años que dejé la investigación privada, pues dejó de motivarme. Desconozco cómo pudo devolverme la ilusión por los casos sin resolver, cómo pudo despertar en mí el interés perdido tras el fallecimiento de mi socio, Alfredo Milà. Repasaba los papeles una y otra vez, y me preguntaba por qué esa terrorífica expresión antes de morir, por lo que decidí visitar las obras de La Sagrada Familia. Gracias a unos contactos pude pasar al interior y observar de cerca lo qué allí acontecía. Pese a las obras, no era difícil moverse por la planta baja y escuchar algo que me hizo salir corriendo de aquella obra....
(Continuará)
El asfixiante calor estival que se adelanta dando fin a la primavera, once días antes de la llegada del verano me impedía ver con claridad aquellos informes que tenía delante de la mesa. Apenas pocos días después de la muerte del arquitecto Gaudí, los misterios no hacen más que comenzar, pues no ha sido el único fallecido con esa máscara de terror en el rostro.
Todavía guardo en mi mente el aroma embriagador de aquella señora de la alta burguesía barcelonesa, que me rogaba que investigase la muerte de su marido, preguntándome aún por qué acudió a mi despacho. Hace años que dejé la investigación privada, pues dejó de motivarme. Desconozco cómo pudo devolverme la ilusión por los casos sin resolver, cómo pudo despertar en mí el interés perdido tras el fallecimiento de mi socio, Alfredo Milà. Repasaba los papeles una y otra vez, y me preguntaba por qué esa terrorífica expresión antes de morir, por lo que decidí visitar las obras de La Sagrada Familia. Gracias a unos contactos pude pasar al interior y observar de cerca lo qué allí acontecía. Pese a las obras, no era difícil moverse por la planta baja y escuchar algo que me hizo salir corriendo de aquella obra....
(Continuará)
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