El revuelo montado con la cacería del Rey de España está más que justificado, y más tras su mensaje de Navidad, en el cual decía no conciliar el sueño por el desempleo juvenil. En estos momentos en los cuales la mayoría de los hogares españoles tienen serias dificultades para llegar al día 15, que ya ni siquiera a fin de mes o se están haciendo recortes brutales en todos los lugares, el hecho de irse a cazar elefantes aunque haya sido invitado es algo que se debería haber evitado, y de lo que nadie se hubiese enterado de no ser por el accidente que le ha destrozado la cadera. A mí, personalmente, de nada me sirven las disculpas, porque llegan a destiempo, mal y tarde. Si Don Juan Carlos hubiese tenido algo del sentido común del que presume, se hubiese quedado en casita, evitando presumir mientras su pueblo se muere de hambre. En estos tiempos de ajustes, la austeridad debe ser para todo el mundo, porque no es tolerable ni permisible que los políticos no se bajen sus sueldos ni eliminen las pensiones vitalicias, se reduzca sólo un 9% el gasto en Presidencia del Gobierno o un 2% en la paga del rey, mientras la Sanidad es reducida en una cuarta parte o la Educación en el mismo porcentaje. Si los ciudadanos de a pie las estamos pasando putas y canutas, sin un mendrugo que aportar a nuestros hogares y encima nos exprimen aún más si cabe. ¡Por qué Reyes y políticos no predican con el ejemplo y se aprietan en igual manera el cinturón?
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