Permíteme, querido lector, querida lectora, que hoy me permita hablar de mí, de un instante vivido y aleje la divagación y opinión hasta mañana, pues hoy he celebrado por primera vez en mi vida el día de San Patricio, como Dios y la Tradición mandan, es decir, bebiendo cerveza. Aunque no he consumido en cantidad, sí lo he hecho en calidad, catando y degustando medias pintas, verdes y negras, coronado con el sombrero de tres picos de copa alta, como la práctica totalidad de quien estaba allí, pasándolo bien. Momentos así me sirven para despejar y desconectar de la rutina diaria, algo digno de agradecer, que veo importante y esencial, lo cual no quiere decir que se deje de perder de vista la situación actual ni la realidad. Sencillamente, es un momento de paréntesis, bien merecido, pues ya había pasado una larga temporada desde la última vez que salí a pasarlo bien.
En definitiva, ha sido una tarde muy fructífera, donde he bebido, comido, reído y escuchado música, rindiendo culto de forma unánime con el resto del mundo, que se viste y tiñe de verde cual verdes prados irlandeses. Espero y deseo cumplir uno de mis sueños el próximo año y poder festejar en una taberna de Dublín dicha celebración o efeméride.
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