martes, 16 de marzo de 2010
Amigo Félix
Como si de ayer se tratase, mi mente conserva aún, indeleble, el recuerdo del instante de la muerte de Félix Rodríguez de la Fuente, pese a las tres décadas transcurridas de tan trágico acontecimiento, tan triste efeméride. Sentado delante de la televisión, viendo El Hombre y la Tierra, escuchando su profunda voz, que nos enseñaba la Naturaleza, los animales y el amor por todo lo salvaje, quedaban grabados parte de mis recuerdos de la infancia. Aprendí de mi padre y de él el respeto hacia nuestro entorno, sin la necesidad de ser ecologista, vegetariano o vegano. Cuando se cumplen treinta años de su desaparición, su mensaje y su legado siguen presentes, atemporales, actuales si cabe, los cuales no deben ser ignorados ni olvidados, puesto que es necesario seguir manteniendo a salvo la flora y la fauna de aquellos intereses puramente económicos, políticos, inmobiliarios o de cualquier otro tipo. Félix Rodríguez de la Fuente dejó de estar entre nosotros hace seis lustros, pero sus enseñanza aún vive, y es un deber ineludible, una obligación luchar para que no se difumine con el devenir de los años y el paso del tiempo.
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