jueves, 27 de noviembre de 2008
Debut teatral post mortem
Hay hechos curiosos que merecen ser destacados a la hora de reflexionar, pues son tanto o más interesantes que las crisis, recesiones o mangoneos varios por parte de la banca y la clase política, que ya nos demuestran día a día que su trabajo es exprimir a los menos desfavorecidos para enriquecerse vilmente, y no representar al pueblo que los vota. Por eso hoy quiero hablar de André Tchaikowsky, un judío superviviente del Holocausto nazi, que murió en 1982. Su última voluntad expresaba que su calavera debía ser usada en representaciones teatrales, aunque en 1989 no pudo ser así porque otro actor pensó en el origen del cráneo y se desconcentró al mirar a los profundos ojos de un cráneo real, que nada tiene que ver con los de plástico, usados para aprender anatomía o el dibujo de la misma. Casi treinta años después de habernos abandonado, André Tchaikowsky vuelve a pisar los escenarios para representar uno de los más bellos personajes de la obra Hamlet, en una de las escenas más significativas de la obra. Es de los hechos más curiosos e interesantes que he visto en los últimos años. Sé de actores de cine que salieron tras su fallecimiento, por la magia de los efectos especiales, pero lo que nunca imaginé es que alguien que lleva años muerto, pudiese regresar a las tablas.
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