Contadores de historias

Hoy he asistido a la presentación de un libro sobre misterios en Sevilla, y he quedado sentado, en silencio, atento a las historias que se contaban, manteniendo la atención e interesando y motivando para que leyésemos el libro escrito, a la vez que nos invitaban a descubrir sitios donde sucedían cosas extrañas en la ciudad hispalense. El buen contador de historias sabe atrapar con sus palabras, y sus silencios al oyente, que presta toda su atención, ávido o ávida de conocimiento, de interés por aquello que tan magistralmente se relata. Recuerdo a locutores y locutoras de radio hacer eso, abrir el oído cuando se hacía el silencio entre momento y momento, sumergido en una interesante historia transmitida a través de las ondas, deleitada y paladeada, a la vez que degustada. Estos trovadores y trovadoras saben disfrutar de su oficio, o de su afición, pues muchas veces las historias son relatadas por el puro placer de ser compartidas, y eso, hoy por hoy, en este mundo tan invadido por el estrés, las prisas y el deshumanizado individualismo capitalista que nos sumerge en esta vorágine de consumo que no entiende de crisis, es imposible encontrarlo.