Existen libros para leer de noche, a oscuras, alumbrados tan sólo por la luz de una de esas linternas fabricadas para tal fin, pues no se entienden si no se crea la atmósfera correcta. A veces pienso que soy tengo demasiadas manías con la lectura. Aquella oscura noche de viernes 13 estaba siendo de las de peor temporal en los últimos años, con unos vientos que parecían gritos de terror y unas fuertes lluvias torrenciales que eran acompañadas por una sonora tormenta eléctrica. Me encontraba solo, leyendo no recuerdo qué novela de vampiros, en una edición del siglo XIX, iluminado tan sólo por una vela, con el sonido que me regalaba la naturaleza de fondo. Concentrado en la historia de la novela, fui sobresaltado con un extraño ruido. Alguien golpeaba en la ventana. Extraño, pues me encontraba en un tercer piso. Cerré el libro y lo deposité sobre el reposabrazos de mi sofá. Cogí la vela y me dirigí, lentamente, al lugar de donde procedían los golpes. Una vez más volvió a sonar el cristal golpeado por unas manos. Abrí las cortinas y allí estaba ella, con un blanco vestido que dibujaba sus sinuosas formas. Su mirada me tenía paralizado e hipnotizado. No hacía nada, pero yo sabía lo qué deseaba, y le obedecí sin rechistar, así que abrí la ventana. Lentamente entró en mis aposentos, para tomarme en sus brazos y dejar caer su cabeza sobre mi cuello. Cerré los ojos y sentí un leve pinchazo, junto a sus carnosos labios que bebían mi sangre, algo tan placentero y excitante que no deseaba oponer resistencia, pese a que no quería ser la víctima de una vampiresa tan atractiva y exuberante como aquella que me visitaba. Sabía cómo seducirme, y yo también que ella lo haría, pero aquello no importaba en aquel momento.
En ese preciso momento el despertador me hizo despertar de mi sueño, algo extraño, pues no es nada fácil que yo despierte a la primera. Mientras caminaba hacia el cuarto de baño noté que el cuello me dolía, pero no presté atención, pensando que se trataba de una contractura muscular. Una vez allí, dirigí mi vista al espejo, esperando que éste me devolviese mi imagen reflejada, pero jamás obtuve respuesta...
Hola Gabriel!
ResponderEliminarSoy Margaret, espero que recibas este comentario antes del lunes por la tarde. Lo siento mucho, pero no creo que me vaya a convenir quedarnos manana despues de mi examen. Te llamaria para decirtelo, pero no tengo tu numero en mi movil! Lo siento mucho. Voy el martes para Irlanda, pero por favor llamame el martes despues porque habre vuelto a Sevilla y me encantaria verte otra vez. Un abrazo,
Margaret
Pásalo muy bien y diviértete. Ya me contarás qué tal te fue.
ResponderEliminarun fuerte abrazo,
Gabriel