sábado, 24 de mayo de 2008
Las mil caras de la bestia
Haciendo una pequeña variación en el título de una famosa saga de Batman, quiero empezar a hablar de ese monstruo que ejerció de pediatra, y fue desenmascarado como pedófilo y pederasta, siempre hablando desde la presunción de inocencia, aunque su ordenador personal haya sido requisado con miles de fotos de abusos a niños. De cara a la galería su respetabilidad era incuestionable, incluso cuando estuvo a punto de ser trasladado, y se recogieron firmas para evitar su reubicación. Hace un par de días saltaba el escándalo, y la indignación estaba tan presente que podía notarse físicamente, e incluso cortase con un cuchillo, como la tensión reinante. A veces los monstruos tienen una amable apariencia física y de reputación, que oculta esa cara de horror y terror, llena de perversión. Detrás de unos amables vecinos, unos serviciales ciudadanos pueden encontrarse las personas con mayores cuotas de crueldad y sadismo. También reflexiono en los desprecios que se hacen a quién no está bien arreglado, tiene el pelo más largo de lo habitual o sus ideas están fuera de los cánones borreguiles de la sociedad monopensadora. Son vistos y vistas como bestias y su exclusión es tan habitual que no resulta extraña. Vivimos demasiado pendientes de la imagen y el culto al cuerpo, olvidando que el interior de las personas es lo que las hace grandes o miserables.
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