domingo, 30 de marzo de 2008
Tarde de domingo
Si hay algo que detesto es las tardes de domingo, ya que transcurren lentas y tediosas, sin poder hacer nada interesante, ni ver en la televisión algo interesante o que medianamente se deje mirar. Algunos domingos me entretengo pintando miniaturas o leyendo algún libro interesante, cuando no salgo a pasear o tomar un café, solo o en compañía. Poco importa en esos momentos que la soledad es escogida, y que el paseo te lleva a encontrar, que no buscar. Esos domingos son entretenidos y amenos. Pero hay otros que se plantean faltos de entretenimiento y distracción, eternizando el transcurso de los minutos para que se conviertan en horas. A pesar de lo qué detesto los lunes, estoy deseando que termine el día para poder recomenzar la semana con energía, pues estos días del sol tan aburridos motivan las ganas de hacer algo en los primeros días de la semana, aunque a la llegada del jueves por la noche y la mañana del viernes nuestro cuerpo y mente vuelvan a estar exhaustos y agotados por todo lo sucedido durante todo el tiempo transcurrido.
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